«De niño me extrañaba que la gente no hablara de pájaros»

E.Carretero
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Ignacio 'Nacho' Sevilla se ha propuesto compartir su pasión por la ornitología a través de distintas actividades y proyectos y teniendo en cuenta que la nuestra es una de las provincias con mayor población de aves de toda la Península

«De niño me extrañaba que la gente no hablara de pájaros» - Foto: David Castro

 

Por regla general los abuelos cumplen un papel fundamental en la educación de sus nietos al transmitirles su sabiduría y experiencia, tranquilidad, cariño y estabilidad. De hecho en el caso de quien hoy ocupa estas páginas esta figura resultó decisiva no solo en su infancia sino en su vida adulta y muy especialmente en su faceta profesional. No en vano, las muchas horas que siendo niño Ignacio Sevilla pasó con su abuelo, muchas de ellas con salidas al campo en busca de pájaros, fueron decisivas para nuestro protagonista. «Mi abuelo era cazador, pajarero, y mi hermano y yo salíamos con él al campo muy temprano y le hacíamos de perritos», recuerda Nacho aquellas mañanas de «mucho frío y mucha expectación» que pasaba en Piedralaves, donde su abuelo tenía una casa «que construyó el mismo año en el que nací yo» y donde él pasaba todos los verano y muchos fines de semana. «Deseaba salir de Madrid, que nunca me ha gustado», reconoce antes de afirmar que para él «no había otro divertimento comparable al de ir a la casa de mi abuelo y salir con él al campo».

¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza sobre Ávila?

Cielos limpios, naturaleza, trabajo…

¿ Qué es lo que más le gusta de Ávila?

Creo que tiene el tamaño ideal, puedes recorrerla andando de un extremo a otro sin necesidad de utilizar el coche. Es una capital tranquila, sin polución y con diversidad de monumentos y también zonas verdes.

¿ Y lo que menos?

La sensación de reclusión que se percibe, como si se viviera mirando hacia dentro de la ciudad sin abrir la mirada al exterior. Parece un ambiente muy anclado a las tradiciones. Supongo que el clima ayuda a esta especie de recogimiento o introspección.

Un lugar para perderse.

El parque de El Soto. En cualquier momento del año, pero especialmente en otoño, cuando los fresnos amarillean y el aire refresca invitando al paseo. Es un lujo para la ciudad contar con un espacio como éste.

Un personaje abulense que le haya marcado.

Durante mi infancia fueron los pastores del Valle del Tiétar que me encontraba en los paseos en compañía de mi abuelo. Eran las personas a las que escuchaba con más atención.  Estaban siempre dispuestos a conversar y contar aquellas experiencias fantásticas, resultado de estar horas y horas en contacto directo con la naturaleza. Yo envidiaba su forma de vida, especialmente cuando tenía que regresar a Madrid y encerrarme en la gran urbe.

El mayor cambio qué necesita Ávila es...

Ávila debe convertirse en una ciudad atractiva para las nuevas generaciones, para ello hay que ofrecer una agenda social y cultural más moderna y, por supuesto, nuevas oportunidades desde el punto de vista laboral. Hay que ampliar la mirada para encontrar esos nuevos nichos de mercado tan necesarios.

Y Ávila tiene que mantener.

Por supuesto, su patrimonio natural e histórico. También debe conservar ese encanto de ciudad pequeña, amable y tranquila.

¿Qué le parece la ciudad hoy en día? ´

Ávila da la impresión de estar inmóvil, como si el tiempo transcurriera más despacio. Un lugar apacible, desde luego, pero en donde parece que te acabarás contagiando de esa falta de emoción que transmite.

¿Cómo ve la ciudad en el futuro?

Ojalá  se convierta en una ciudad más dinámica y cosmopolita, multicultural , con más vida en común y un tejido social más desarrollado, sin perder los atributos que la hacen única, claro.

¿Qué puede aportar usted a la ciudad?

Poca cosa, salvo mi ilusión y esfuerzo en lo que hago, que es intentar transmitir la importancia del inmenso legado natural que ha llegado hasta nuestros días y que debe ser donado en las mismas condiciones a nuestros descendientes.