El abrazo con el provincial daba todo el significado. El que acababa de manifestar en forma de profesión solemne Luis Carlos Muñoz, que entraba a formar parte del Carmelo, la que desde ahora es su familia, y lo hizo en un lugar lleno de simbolismo como es la iglesia de la Santa, la casa natal de Santa Teresa, y donde no se había producido esta celebración desde los años 80.

Ese abrazo fue el primero que recibió de su nueva familia y lo hizo frente a su familia de nacimiento, que pudo ver como emprendía un nuevo camino. Lo hacía tras prometer a Dios castidad, pobreza y obediencia para toda la vida, seguir las reglas de la Orden del Carmelo y entregarse de todo corazón a su nueva familia. Después solo quedaba rubricar su promesa hecha pública con su firma sobre el papel acompañada de la del provincial y el prior de la santa.

La firma ratificaba la decisión tomada por Luis Carlos Muñoz de unirse al Carmelo, lo que hace tras un largo camino no alejado de crisis. Esas crisis fueron recordadas en la homilía en la que el padre Miguel Márquez habló de los orígenes abulenses del nuevo hermano y le pidió que cada día se pregunté ¿quién eres, Señor? y ¿Qué debo hacer, Señor? y se lo dijo al que definió como un intrépido explorador de camino lejanos en referencia a sus años de misionero en Taiwán.