Una beca de la IGDA para conocer mejor el habla de Lanzahíta

I.Camarero Jiménez
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Juan Antonio Chavarría es el autor de un volumen en el que se sumergió, entre otras cosas, por ser «un apasionado de lo abulense»

Una beca de la IGDA para conocer mejor el habla de Lanzahíta

Gracias a una de las becas de investigación que Diputación de Ávila pone en marcha a través de la Institución Gran Duque de Alba, Lanzahíta podrá conocer un poco más si así lo desea sobre el habla propio de su municipio y del entorno del valle del Tiétar. Es así porque a ella se ha acogido Juan Antonio Chavarría. Sevillano de nacimiento pero residente en el Tiétar desde hace 40 años y ante todo un hombre formado y un «apasionado de lo abulense», de la tierra que tan gratamente le ha acogido.

Lo que este estudioso propone -es licenciado en folología románica y doctor en filología hispánica, entre otros méritos que desgranó el director de la IGDA, Maximiliano Fernández- es una inmersión en el habla de Lanzahíta pero lo hace además con un libro que es «un ensayo comparativo de dialectología abulense» y por cierto también el tercer volumen que publica con la IGDA.

Chavarría destacaba varios asuntos de su investigación sobre todo el léxico en el que se adentra y que supone la mayor parte de la obra.Un léxico propio de Lanzahíta con una primera parte que incide en los arcaismos, vulgarismos o variantes fonéticas de palabras conocidas recogidas en diccionarios y fuentes oficiales.En este sentido son 107 las entradas que incorpora su investigación; y una segunda parte con ese denominado léxico dialectal no estándar, términos propios de Lanzahíta que se dan allí y en ningún  sitio más y que suman otras 88 entradas en este detallado estudio. Hablamos de palabras que evidentemente son variantes, como cagaluta en lugar de cagarruta, aguacil, arcayata...;pero también de capellanía que sólo en Lanzahíta es sinónimo de paliza, de lombarda como sinónimo de borrachera y de otros términos como aguijúo (que equivale allí a la pinocha o aguja del pino) o zarza mohína (que es el escaramujo). De éstas, ya saben, suman hasta 200. 

Para Chavarría y como recoge en sus conclusiones «es éste un libro de dialectología, de los primeros de la provincia de Ávila me atrevería a decir» y todo un orgullo su presentación.En el plano fonético fonológico este habla del sur de Ávila «pertenece a los hablas meridionales del castellano, el más septentrional», afirmaba.

También quiso destacar que no se trata sólo de una descripción pues va más allá, es un estudio comparativo de dialectología en varios niveles.En el primero estaría Lanzahíta comparado con su entorno, entendido como el Tiétar y la provincia de Ávila porque tenemos además «una sierra de Gredos que funciona como frontera lingüística», también por ejemplo con el norte de Cáceres o el sur de Salamanca; en otro nivel la comparativa es con Castilla y León y ahí destaca la importancia de la entrada en Lanzahíta de lo que llama «palabras viajeras» y llega un nivel más de comparación, que es con las grandes áreas dialectales del españos, tanto peninsular como insular e incluso de América.