Un sector con poco peso pero mucho impacto

Mari Navas (EFE)
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España cuenta con tan solo medio centenar de centros de semiconductores y no hay ninguna planta que fabrique chips, pero los expertos confían en que el PERTE anunciado por el Gobierno pueda fortalecer una industria clave en el futuro

Un sector con poco peso pero mucho impacto

La industria de los semiconductores en España, formada por unos 50 centros de investigación y empresas, la mayoría pymes, tiene «poco peso en la economía» del país, aunque cuenta con un «impacto altísimo», hasta el punto de que llegará a ser «crítica». Esta es la radiografía del sector que realiza el presidente de la patronal de la industria tecnológica Ametic, Pedro Mier, después de que la semana pasada se anunciara un proyecto estratégico para la recuperación y transformación económica (PERTE) sobre los microchips y semiconductores, con 11.000 millones de euros de inversión pública.

Este sector facturó 511.775 millones de euros en todo el mundo durante el año pasado, según revelan los datos de la organización World Semiconductor Trade Statistics (WSTS), de los que 43.960 millones correspondieron a Europa, el 8,6% del total. En el caso de España, aunque las fuentes consultadas desconocen la cifra exacta del volumen de negocio, Mier concluye que se trata de un tejido empresarial que no está muy presente en la economía nacional, si bien en el futuro su valor acabará siendo mucho mayor. Un impacto que «justifica que haya una reacción por parte de Europa y en el caso español, porque va a ser una industria crítica», afirma el experto.

En la actualidad, el sector nacional de los semiconductores está caracterizado por la «dispersión geográfica y temática», que hasta ahora no ha tenido «una representatividad coordinada», lo que dificulta conocer cuál es su peso real, opina Mier.

Según sus cifras, existen «unas 50 empresas o centros de investigación con distintos grados de madurez» en el país, entre ellas Wiyo, Imasenic, Kdopc e ICMálaga, compañías que fundó la primera Asociación Española de Semiconductores (Aesemi) de España en noviembre de 2021, que hasta ahora ha recibido una veintena de solicitudes de adhesión.

De estas empresas, «la mayoría son fabless», es decir, que se dedican al diseño de los semiconductores pero no los fabrican, tal y como explica el presidente de Aesemi, Danny Moreno.

De hecho, tanto él como Mier confirman que en España no hay ninguna planta de elaboración de chips, en donde se encuentra «la fase crítica que está provocando el cuello de botella en la cadena de valor», según Ametic.

Aunque «hay de todo», Mier reconoce que la mayor parte de las compañías del panorama nacional que se dedican enteramente a este sector son «más bien pymes».

En el caso de los grandes actores mundiales como Intel o Qualcomm, en España tan solo cuentan con «función comercial».

Por su parte, Moreno asegura que en el país se encuentran firmas grandes del sector, pero reconoce que de momento no tienen cifras porque están recolectando distintos datos para poder definir cómo está la situación.

Estrategia nacional

Un trabajo que también realizan desde Ametic, que ha creado un grupo de microelectrónica con el objetivo de ser capaz de elaborar un mapeo del ecosistema que permitirá contar con una radiografía de capacidades y roles de los agentes de la cadena de valor, además de identificar proyectos de colaboración y proponer una estrategia nacional de semiconductores.

A la espera de que se concreten todos los detalles, ambas asociaciones coinciden en recalcar la importancia del PERTE en microchips y semiconductores anunciado por el Gobierno.

Según Moreno, este proyecto debería «fortalecer el tejido empresarial español» con un «ecosistema abierto y colaborativo» que «democratice las oportunidades» para las pymes, que son «las que crean la innovación».

Desde la asociación que dirige apuestan, asimismo, por la creación de una fábrica de semiconductores con una tecnología más madura, «como por ejemplo los chips que requiere la industria de la automoción», con semiconductores que estén «por encima de 14 nanómetros».

Una visión que también comparte Mier, quien precisa que, en la actualidad, hay una frontera tecnológica en los cinco nanómetros, con plantas que elaboran chips por debajo de esta cifra que requieren miles de millones de euros de inversión, como las dos que prevé abrir Intel en Alemania.

En el extremo contrario, España debería «apostar por los chips de más de cinco nanómetros», ya que es donde está «el mayor mercado» y «la inversión es más baja».