Roberto Ponce

Hablemos de Ávila

Roberto Ponce


Me quedo contigo

20/04/2022

Me despertaron los cohetes. Cuando abrí los ojos y me ubiqué percibí también la dulzaina y el tamboril. Domingo de Resurrección. Desde la ventana vi cómo la gente se encaminaba a la ermita del Pradillo, sonaba su campana  y, pocos minutos después, unos niños frente a mi casa gritaron «¡que ya vienen!», como tantas veces hemos dicho durante la infancia cuando percibíamos que las motos de la Policía local se acercaban abriendo las procesiones.
Los sonidos que dan paso a las fiestas de los barrios dejan atrás las carracas, cornetas y tambores que tan bien resuenan por nuestra ciudad.
Parecía que habíamos perdido esa sensación de vivir la Semana Santa en la calle. La duda del retorno tras dos años ¿seguirá siendo todo igual? La cuestión encontró respuesta cuando se abrieron las puertas de la iglesia de La Santa.
Ahí estaba el público fiel. Allí se encontraban los músicos, en ese entorno rezamos la primera de las oraciones por los que se fueron y nos miran desde el cielo. Sonaba la Marcha Real y sentí un escalofrío mirando la muralla y el atardecer abulense con esos colores del mes de abril.
Habíamos vuelto. Aunque, como he dicho en varias ocasiones estos días, la fe y la devoción han permanecido inalterables en cada templo, en los miles de hogares que encendían una vela ante una estampa o un crucifijo.
Muestra pública de sentimientos y creencias. Procesiones en Ávila, tan diferentes, diversas y singulares. Quiero pensar, y en ello confío, que nuestra esencia sigue presente. Que ese legado de siglos continúa entre nosotros y sabremos conservarlo.
El Cristo del siglo XV, un crucificado del XVI, la Virgen dolorosa del XVIII y así hasta nuestros días. Qué patrimonio, qué tesoro religioso y cultural tenemos entre nosotros, no siempre situado donde merecen aquellos grupos escultóricos e imágenes que no están al culto. No seré yo el que infravalore una talla por la manera en la que se muestra durante una procesión, y mucho menos a una entidad penitencial.
Me falta gente comprometida. En las asambleas, en los montajes y en el trabajo del día a día. Demasiados se cuelgan la medalla en los actos y acuden solo los días señalados. Aparte quedan los comentarios en redes sociales, que como son gratuitos y, en ciertos casos, anónimos... Cuánto desconocimiento y daño innecesario.
Y tú, ¿qué percibes? ¿Hay relevo? Cierto es que la Semana Santa de Ávila ha pasado por diferentes etapas no hace tantas décadas. Es por ello lógica la incertidumbre sobre el futuro más próximo. Frente a eso, un dato. El Patronato más antiguo que sigue escribiendo en la actualidad su historia data del año 1540, así que las dudas sobre la permanencia de «todo esto» imagino que  las tendrían nuestros antepasados más de una vez.
La pandemia, y el inexorable paso del tiempo, nos ha arrebatado a demasiadas personas que nos contaban los capítulos del pasado de nuestra Semana Santa, que mantenían esta llama encendida y alumbraban el camino. Por ellos, y porque quiero que lo mío, lo que defiendo y con lo que identifico, permanezca… me quedo contigo, Ávila.
Para sentir, emocionarme con el canto del Miserere y cerrar los ojos en ese momento en el que suena una marcha compuesta desde el corazón. Cierto es que no he presenciado procesiones durante la Semana Santa en otras ciudades pero, por todo lo escrito, reitero: yo me quedo aquí, contigo.