Golpe a la cosecha de cereales

Vidal Maté
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A la sequía y el calor inesperado de primeros de mayo se sumóel descenso en el uso de fertilizantes debido a sus altos precios

Golpe a la cosecha de cereales

Apenas iniciada la recolección en algunas de las zonas más meridionales de la península, la actual cosecha de cereales se presenta marcada básicamente por dos factores. En primer lugar, por los por los interrogantes en materia de aprovisionamiento como consecuencia de los efectos negativos provocados por las condiciones climáticas -que traerán reducciones de cosecha- y las tensiones en los mercados exteriores derivadas de la invasión de Ucrania con el bloqueo a sus exportaciones. En segundo, por la fuerte subida de los precios hasta niveles récord de 1990 y las previsiones de que se mantengan en la misma situación durante los próximos meses en el mercado interior, salvo que los incrementos de los costes por los piensos y la falta de rentabilidad provoquen ajustes importantes de las cabañas ganaderas y se reduzca la demanda de cereales.

En principio, los fuertes calores de las últimas semanas y la sequía de este mes de mayo han roto las excelentes previsiones que dejaron las importantes lluvias de abril. A esa situación caída del cielo se suma la reducción en el uso de los fertilizantes por su elevado precio, que, además de a los rendimientos, afectará también a la calidad de los granos recolectados.

De acuerdo con los datos sobre superficies y rendimientos elaborados por Cooperativas Agro-alimentarias, las previsiones iniciales en abril que apuntaban a una gran cosecha superior a los 24 millones de toneladas se han truncado por las condiciones climáticas sobrevenidas hasta la fecha y los temores a que se produzcan otros fenómenos negativos, como el asurado, hasta las fechas de recolección. Según apunta Antonio Catón, responsable del sector en la organización cooperativa, la cosecha cerealista ascenderá a unos 21 millones de toneladas frente a una media de 20 millones registrada entre los años 2000 a 2020, pero inferior a los 22 millones de media de los años 2016 a 2020, a los 23,4 millones de toneladas de media entre 2018 y 2020, y muy lejos de la cosecha de 2020, con 27 millones de toneladas.

Las condiciones climáticas han afectado negativamente, en especial a los cultivos de cebadas y trigos en la zona centro y en determinados territorios de las provincias al sur de Castilla y León y el Bajo Aragón. En principio, solamente con los daños causados hasta la fecha, las estimaciones apuntan a unos recortes superiores al 20% en relación con los esperados.

En el caso del maíz, las estimaciones de las cooperativas contemplan una importante reducción de las superficies de cultivo de 350.000 hectáreas a solo unas 250.000 por la falta de disponibilidad de agua para los riegos, especialmente en Aragón, Extremadura o Castilla y León. Se baraja más de un millón de toneladas menos frente a los 4,2 millones de toneladas de la campaña anterior, lo que obligará a mayores importaciones. En muchas zonas, esas superficies y otras de barbecho que no se obligó a abandonar se han destinado a la siembra de girasol.

Desde Infomarket, como analista y operador en los mercados, José Murillo apunta una producción de cereales a la baja en el entorno de esos 21 millones de toneladas, de los que 5,5 corresponderían a todos los trigos (4,9 millones de toneladas a los blandos y 0,6 millones en los trigos duros) y 7,5 millones a cebadas. A esas previsiones a la baja se sumaría el riesgo de un grano de mala calidad con un bajo peso específico por la existencia de un abonado insuficiente provocado por los altos precios de los nitrogenados que dará lugar a que muchos trigos no se puedan utilizar como harineros. En maíz, Murillo rebaja la superficie de 350.000 a unas 310.000 hectáreas.

Desde el Ministerio de Agricultura, su titular, Luis Planas, avanzó una cosecha de entre los 21 y los 23 millones de toneladas.

Fuera de España.

En la Unión Europea, las previsiones apuntaban a una cosecha de 291 millones de toneladas, una cifra ligeramente superior a la de la campaña pasada, con 130 millones de trigos y otros 70 millones de maíz. Sin embargo, la situación de sequía que sufren también en otros países como Italia o Francia sugieren un ajuste y con ello más tensiones en los mercados.

En este escenario, los precios, con ligeras oscilaciones, han alcanzado las cifras récord de 1990, según datos de FAO, especialmente los trigos, a pesar de que la cosecha mundial, según los datos manejados por el Consejo Internacional de Cereales, se situará en cifras difíciles de alcanzar (2.251 millones de toneladas), siendo la segunda más elevada de la historia a pesar de una mala cosecha en Estados Unidos por la sequía. Sin embargo, en el comportamiento de los mercados están jugando también otros factores como la invasión de Ucrania y la dificultad para llevar cabo las exportaciones habituales, una situación similar a la de Rusia, de donde proceden igualmente elevadas ventas. También influyen la decisión de India de frenar la salida de trigos o el acuerdo sobre aprovisionamiento de maíz entre Brasil y China.

Consecuencia de esta situación, los precios, ya elevados desde el inicio de la campaña pasada en todos los mercados por la mayor demanda mundial, en el caso del mercado interior se han situado en un máximo de 370 euros para la cebada, 549 euros para un trigo duro y 420 para los trigos blandos y el maíz. Esto representa un aumento del 100% en menos de un año en algunos casos. Parte importante de esa subida para los cerealistas se la han comido sin embargo los incrementos de hasta un 200% de los precios de algunos fertilizantes, la maquinaria, el gasóleo y la energía. La previsión de Infomarket es que sigan las subidas de los precios de los cereales, especialmente en los trigos, y también en el caso del maíz, por los efectos añadidos por el acuerdo de aprovisionamiento de Brasil a China, aunque habrá que ver el impacto en la demanda por la reducción de cabañas como vacuno o avicultura o la estabilización en el caso del porcino.

Con unas u otras cifras sobre la cosecha, pero con una demanda total de cereales entre los 36 y los 38 millones de toneladas para alimentación animal y humana, España mantiene una fuerte dependencia del exterior con unas importaciones de maíz entre los cinco y los nueve millones de toneladas, según campaña, y hasta los cinco millones de toneladas de trigo blando, además de cifras más bajas para trigos de fuerza. En este escenario, los precios, con ligeras oscilaciones, han alcanzado niveles disparados y este incremento y su repercusión en los costes de producción animal se están traduciendo en un ajuste en los censos de las cabañas ganaderas ante la dificultad para repercutirlos en los precios de venta.

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