José Pulido

Contar hasta diez

José Pulido


Policías locales

04/03/2023

Hace unos días, el Diario de Ávila publicaba la noticia de una exitosa actuación de la Policía Local de Candeleda que permitió la resolución del secuestro de una mujer por su pareja. La historia se remonta a meses atrás, cuando en el Ayuntamiento de esta población se recibió a través de Facebook un mensaje de alerta llegado desde Perú de una mujer que pedía ayuda para su hermana. La denunciante temía que pudiera estar retenida por su pareja.  La investigación de los policías candeledanos permitió la identificación y detención del presunto agresor. La historia no acaba aquí, porque semanas después volvían a recibir un mensaje de alerta de la misma fuente que en este caso denunciaba la retención de la misma persona, esta vez en un domicilio del distrito de Barajas, en Madrid. De nuevo los policías locales de Candeleda se ponen en marcha, alertan a sus compañeros de ese distrito, les facilitan toda la información que tienen, y en colaboración con la Policía Nacional, se identificó el lugar, se detuvo al agresor y se puso en libertad a la mujer retenida.
La noticia saltó a los medios de comunicación nacionales, que se hicieron eco de ella destacando la efectividad de la colaboración entre Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y el éxito de esta actuación.  Sin embargo, para quien vive pegado a la cercanía de lo cotidiano, encierra mensajes y enseñanzas más profundos, más importantes. Entre ellos, el valor de lo nuestro. Las Policías Locales son la hermana pobre y olvidada de las distintas Fuerzas y Cuerpos de seguridad que existen en nuestro país. Adolecen de medios, de vehículos, de efectivos… Pocas veces ocupan las primeras páginas de los informativos, se escriben pocas novelas policíacas con un policía local de detective y no recuerdo ninguna serie televisiva que los tenga como protagonistas. Este olvido obedece seguramente a su proximidad. Pocas cosas pasan tan desapercibidas como las que tenemos a nuestro lado cada día. Y no gozan del reconocimiento que su trabajo merece. Quizá porque se llaman Cristian, Julián, Jaime o Roberto. Porque conocemos sus nombres de pila, los encontramos cada día en la calle o coincidimos en el bar para tomar un café. Así no hay manera de sacar un héroe para una peli. 
Los encontramos cada día. Es una suerte. Sí, es cierto, nos multan cuando cometemos una infracción de tráfico o aparcamos donde no debemos. Podemos estar en desacuerdo con sus decisiones, pero ellos estarán presentes en cuantos acontecimientos de nuestros pueblos necesiten de medidas de seguridad, trabajan por el cumplimiento de las normas municipales, informan, acuden a mil llamadas de pequeñas o grandes cosas, que a cada uno le preocupa lo suyo.  Ellos conocen a sus vecinos y sus vecinos les conocen. Su presencia nos da la tranquilidad de que podemos encontrar ayuda o consejo en caso de apuro. Son necesarios. No conozco ningún pueblo que renuncie a contar con su Policía Local si puede tenerla. Y en Candeleda, que por una serie de circunstancias, se había quedado casi desarbolada, se está trabajando para recuperarla. Se está formando un grupo de agentes jóvenes y comprometidos con su labor. Está siendo un proceso complicado, con dificultades, pero los efectos positivos en la seguridad del pueblo comienzan a apreciarse. Y a nivel nacional, ¡oiga!, que Candeleda siempre ha sido un pueblo con carácter.
Volviendo a la noticia que suscitaba estas líneas, la persona que lanzó la denuncia que luego permitió la detención del agresor, comentaba que en su país la policía nunca la hubiera ayudado. No voy a entrar en un terreno que no conozco. Lo importante es que aquí, sí, los policías locales estaban y trabajaron por la seguridad de sus vecinos.  Algunas cosas sí las hacemos bien. Y la seguridad es otro servicio público que las administraciones deben garantizar a los ciudadanos. Por supuesto, también en el medio rural. Nada de España Vaciada, sino con todos sus derechos. 
Necesitamos buenos policías para que prospere y crezca con seguridad. Mi enhorabuena para este grupo de jóvenes agentes y para un pueblo que puede sentirse orgulloso de ellos.