María Ángeles Álvarez

Musgo sobre granito

María Ángeles Álvarez


Cómo vivimos y cómo podríamos vivir

05/03/2023

Llevo un tiempo con este titulo de un libro de William Morris en mi interior, sobre todo porque al leerlo me ha llevado a lugares y planteamientos que llevo tiempo considerando, sobre el arte, la artesanía, la naturaleza, la caligrafía, el arte mueble … 
Cuando me acerco al taller de algún artesano, recuerdo a mi querido amigo ceramista Alberto Illescas, siempre me invade una mezcla de sentimientos. Admiro la imaginación y la variedad de su trabajo, cada día cambiante, y también el conocimiento ancestral que lleva en sus manos para poder sacar de un montón de arcilla, obras tan variadas que nos hacen la vida mas bella y especial.
Ahora leyendo a Morris, comparto su idea sobre la unidad de las artes y la falta de sentido que tiene separarlas entre artes mayores y menores, sobre todo porque estas últimas son las que hacen que nuestra vida cotidiana sea única y porque a lo largo de la historia los artistas se dedicaban a decorar casas, palacios, iglesias y eran artesanos en su totalidad, englobando en ello al arte mas intelectual que se recoge ahora en los Museos.
William Morris (1834-1896) fue un artista total al modo de los renacentistas y quiso oponerse de manera artística y en su pensamiento político socialista a una sociedad llena de fealdad y de injusticias sociales como era la Inglaterra Victoriana de Dickens. Pensador, socialista, poeta, pintor, arquitecto, diseñador textil, bordador, diseñador de tapices, de papeles pintados y telas que aun hoy en día ponemos en nuestras casas. Calígrafo, maquetador de libros, vidriero, jardinero… 
Siguiendo a su contemporáneo Ruskin, y dentro de toda una tendencia del siglo  XIX a buscar en el medievo la inspiración, quiso embellecer la vida y los lugares de trabajo de todos, creando un espacio- escuela  Red House, que mirando la forma gremial, proporcionara a los empleados la formación y el disfrute en sus puestos de trabajo de naturaleza artesanal, volviendo a modelos antiguos y a formas de trabajo ancestrales que ya en su época se enfrentaban con la forma de producción de las industrias en masa.
 En el siglo s. XIX intuían cosas que hoy en día se han convertido en realidad y que hemos asumido. La producción en masas va poco a poco arrasando con lo creado de manera personal con métodos artesanales, y todos estamos imbuidos bajo la tiranía de las modas y de las cosas efímeras que terminan al tiempo en los vertederos. Los empleados de las fábricas no pueden recrearse en su trabajo. No existe expresión personal y poco a poco, aunque nos parezca que tenemos muchas mas cosas que antes, la variedad y el diseño se va recortando.
En el s. XIX tenemos, además de Morris, a otras grandes figuras de artistas totales que apostaron por hacer un arte mas cercano rompiendo las barreras del concepto de artesanía, como fueron en Portugal Bordallo Pineiro que también creo un taller imbuido de belleza y naturaleza La Fabrica de Faianças, en Caldas. Tengo en casa las soperas en forma de calabaza de este gran creador, cuyos diseños artesanos, como los de Morris, se siguen haciendo de manera artesanal hoy en día, anclando su producción a saberes tradicionales y añadiendo el diseño que nace de considerar cada cosa que nos rodea en casa, como algo especial que necesita su propio sitio, en lo cotidiano como la mesa, los papeles de las paredes y las labores de bordado.
Leyendo el libro de Morris "Cómo vivimos y cómo podríamos vivir", cuyo titulo es tan fantástico que no se me va de la cabeza, me siento muy cercana a lo que expone y me invade a la vez una tristeza grande porque han fallado sus planteamientos para dotar a los centros de trabajo de jardines abiertos a la naturaleza. Lugares donde los obreros fueran artesanos, creadores, conservando con su medio de vida un legado de producción de muchos siglos en cosas tan importantes para el bienestar de todos como son los papeles pintados, los cuencos de sopa y los textos con caligrafía artística.
Mientras renuevo la decoración de casa y me quedo mirando los diseños textiles de Morris, los muebles pintados, las vidrieras, los libros, impresionada de su belleza y creatividad, mientras visito a Alberto en su taller de Cuevas del Valle y siento que, con personas como él, hay un soplo de esperanza. Soñando con un mundo donde los objetos se valoren y se quieran. Donde se hagan con paciencia, pericia y amor.

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