Un pregón de Semana Santa para la familia y el pasado

B.M
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El periodista Roberto Ponce presenta en Madrid la Pasión abulense desde un punto de vista intimista en el que repasa cada procesión vivida desde dentro y con sensaciones que llegaron al público

Un pregón de Semana Santa para la familia y el pasado

Muchas veces no es fácil transmitir lo que significa la Semana Santa, probablemente porque a cada persona le despierta un sentimiento y muchas veces permanece oculto. Pero el periodista Roberto Ponce, pregonero en 2023 (tras todas las vicisitudes de la pandemia) de la Semana Santa de Ávila en Madrid no tuvo miedo de dejar ver sus sentimientos y de hacerlo en recuerdo a su familia (con ese bisabuelo al que ven en fotografías o una madre que sigue arreglando capuchones) y al pasado.

Tintes de emociones, las suyas y las de los que asisten a las procesiones, se dejaron ver a lo largo del relato. Un relato que puede que mostrara cada día de la Semana Santa, cada procesión, cada paso, pero lo hizo con el hilo conductor de quien conoce cada detalle de ellas y está dispuesto, no solo a vivirlo, sino a invitar a hacerlo a los demás a través de sus sensaciones, que llegaron a los asistentes.

«Para mí dar este pregón es cumplir un sueño en el que están presentes la añoranza, la responsabilidad y el privilegio», decía el pregonero antes de llegar al fin de su relato. Porque su pregón fue, ante todo, un relato, poner en palabras las imágenes de la Semana Santa.

Empezó con dolor, como la propia Semana Santa, explicando lo que para él supuso saber que su pregón se tenía que parar poco antes de que el mundo estallara por la pandemia que ha paralizado nuestras vidas en los últimos años. Pero en el camino, de nuevo como en la propia Semana Santa, hay espacio para la esperanza, la que ayer se vivió en el Centro Cultural de los Ejércitos donde, por fin, pudo pregonar a Ávila en la capital de España.

Como él mismo decía, lo hizo con responsabilidad, la propia y la compartida de una tradición que «marca» su vida. Es por ello que abogó por velar por la Semana Santa «por la ciudad y por el legado, por nuestra esencia y lo que nos define».

Una definición en la que recordó los inicios de la Pasión abulense, aquel «año 1540, según se tiene constancia, cuando el Real e Ilustre Patronato de la Santa Vera Cruz organiza la primera procesión penitencial de Ávila». A partir de ahí comenzó ese recuerdo al pasado, con la imaginación de haber estado allí, en los alrededores del convento de San Francisco, con «sólo unas ceras encendidas».

«Nosotros debemos cuidar la Semana Santa», decía. «Protegerla, engalanarla, pero sin perder la perspectiva de aquellos que, con tan sólo unos ropajes, cirios encendidos y luchando contra el mal y las amenazas, quisieron que tú contemples estas imágenes en la ciudad de Ávila actual», insistía.

A partir de ahí, comenzaba el relato de cada paso de la Semana Santa pero lejos de datos sino cómo sería vivir cada dentro cada uno de las procesiones, cada día que marca la Pasión.

Para comenzar, el Viernes de Dolores, la «emoción» de tener el capuchón puesto, la música y el recuerdo a una cofradía que se vio nacer no hace tanto.

El Sábado de Pasión, con una «procesión que es una lección magistral» y que ha «sabido adaptar un sentimiento a lo que pide la ciudad» o el Domingo de Ramos, con esos niños como protagonistas y las décadas de historia a sus espaldas dado que «la escena de Jesús a lomos de la borriquilla ha estado siempre presente en Ávila».

Y entonces por su voz fueron pasando los diferentes momentos de la Semana Santa de Ávila, momentos que le llevan a pensar en su abuela y «en las decenas de mujeres que se ayudaban unas a otras a ponerse la mantilla», ese sentimiento que surge de saber «quien sufre en el barrio», la culpabilidad de ver a Jesús amarrado o ese niño que susurra con su madre mientras ve los pasos pasar.

Lo hizo recordando cada día, lunes, martes, miércoles... con detalles de cada procesión y los sentimiento que refleja, con recuerdos a los diferentes pasos y lo que significan, con esa Esperanza y la Ilusión hechas «encuentro», con la Virgen de la Estrella, con Jesús de Medinaceli, con la Magdalena. Con el silencio (aunque lleve su música), el esfuerzo de la cuesta el Cristo de las Batallas, Mosén Rubí, el Cristo de los Ajusticiados... Con el viacrucis, para él el «instante cumbre de la Semana Santa de Ávila», ver «a miles de fieles detrás y alrededor del paso rodeando el perímetro amurallado.

También dejó ver el dolor del viernes o la soledad del sábado. «Aprender a rezar con tu madre, con tu abuela. Eso te deja marcado para siempre», dijo.

Y por fin, el Domingo de Resurrección, el último paso que hizo patente el sueño del pregonero de poder pronunciar sus palabras de la Semana Santa recordando que «todo lo que soy, lo que siento y la manera de vivir la Semana Santa se lo debo a mi familia». 

Una familia que llevó con él en el pregón en la capital de España. «De Ávila a Madrid, y de Madrid, al cielo».

El pregón tuvo lugar en el Centro Cultural de los Ejércitos, con representación de miembros de la Junta de Semana Santa y de las cofradías y del Hogar de Ávila de Madrid, que es quien se encarga de organizar este acto y que contó con la presencia de su presidenta, María Anunciación Guil. También acudieron diferentes autoridades, entre ellos el alcalde, Jesús Manuel Sánchez Cabrera; el presidente de la Diputación, Carlos García, y el delegado territorial de la Junta, José Francisco Hernández Herrero. Tambén estuvo presente el consiliario de la Semana Santa.

Se contó además con un intérprete de lenguaje de signos, dado que el Hogar de Ávila ha potenciado el servicio para usuarios del hogar que lo necesiten

El acto tenía previsto escuchar con Ensemble Sonidos de Tierra en la parte musical, con diferentes músicos invitados.