Rumbo a 2023

Javier M.Faya (SPC)
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Sánchez vivirá el 40 Congreso del PSOE con una gran tranquilidad, como presidente del Gobierno y sin ninguna amenaza. Se espera una Ejecutiva más reducida y con caras nuevas, como el ministro Bolaños, artífice del pacto presupuestario con Podemos

El secretario general de los socialistas consolidará su liderazgo al frente de Ferraz - Foto: JUANJO MARTIN

La sorpresa es que no habrá sorpresas. Esta frase podría resumir a la perfección lo que va a ser, a partir del 16 de octubre en Valencia, el 40 Congreso del PSOE, una auténtica balsa de aceite para el actual secretario general, Pedro Sánchez, que no tiene a nadie que le incomode, dado que la única persona que le discutía el liderazgo, Susana Díaz, que se creció el pasado mayo tras el fiasco en las elecciones madrileñas, fue barrida por el candidato oficialista y alcalde de Sevilla, Juan Espadas, hace justo cuatro meses.

La inauguración oficial arrancará ese sábado por la mañana con las intervenciones de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, a los que Sánchez, según un periódico nacional, llamó personalmente para invitarles al cónclave. Después, cerraron detalles con ambos Santos Cerdán (secretario de Organización) y Adriana Lastra (vicesecretaria general), respectivamente. Habrá que ver si el expresidente andaluz se muerde la lengua con su anfitrión, ya que no han sido pocos los desencuentros y las veces que le ha criticado.

De todos modos, el hombre que llevó el timón de Ferraz durante 33 años ve cómo el madrileño lo tiene todo atado y bien atado, con un cónclave muy cómodo que nada tiene que ver con el de 2017, que se celebró en medio de una enorme tensión por la durísima guerra entre Sánchez y Díaz. Solo sobrevivió una enmienda hasta el final y fue tumbada por la dirección. Ni siquiera llegó al plenario la propuesta clásica de Juventudes sobre la república, ya que se transaccionó previamente.

Tras los discursos de los dos expresidentes, la Ejecutiva saliente dará cuenta de su gestión, que habrá de ser votada por el millar de delegados en el plenario. Para la tarde se deja la discusión de enmiendas en comisión. Solo aquellas que superen el 20 por ciento de los votos pasarán al plenario. El pasado lunes llegaron a Ferraz todas las enmiendas remitidas por los territorios. La ponencia marco podría asumir muchas de ellas, pero las que rechace son las que habrán de debatirse en el 40 Congreso, primero en comisión y solo si superan el 20 por ciento de los votos, en plenario. Lo previsible es que no se incorporen grandes novedades al texto y que el debate quede controlado por la dirección. El domingo, los delegados votarán los órganos de dirección -tampoco se esperan contratiempos- y cerrará el cónclave el secretario general y presidente del Gobierno.

Esta cita será muy diferente a las tres anteriores. La de 2017 estuvo dominada por la contienda de Sánchez y Díaz previa; la extraordinaria de 2014, por la pugna que el hoy presidente ganó a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias. Y el de 2012, el 38 Congreso, en Sevilla, vivió la pelea entre Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba -ambos fallecidos-, que finalmente se hizo con el poder.

Para encontrar un último cónclave tranquilo hay que viajar hasta 2008, con Zapatero aún en el Gobierno central, y el que supuso el lanzamiento de Leire Pajín como figura emergente. También lo fue el de 2004, el número 36, recién llegado el político leonés a La Moncloa. El 35 Congreso se celebró en julio de 2000, cuatro meses después de la dimisión de Joaquín Almunia tras el batacazo de las generales en las que José María Aznar conquistó su mayoría absoluta y en las que el PSOE acudió a las urnas en coalición con IU en algunas circunscripciones en el Senado. Zapatero ganó por nueve votos a su directo oponente, José Bono, y a las otras dos candidatas, Matilde Fernández y Rosa Díez.

 

Page y Lambán

Mucho ha llovido desde aquello y las únicas voces discordantes que hay ahora, las del presidente castellano-manchego, Emiliano García Page, y la del de Aragón, Javier Lambán, están más o menos controladas, al tiempo que cada día se promocionan políticas que a corto plazo les pueden hacer sombra: la ministra de Política Territorial y portavoz, Isabel Rodríguez, y la titular de Educación, Pilar Alegría, respectivamente.

El foco de este cónclave se situará, pues, en la recomposición de la Ejecutiva, en la que se espera un recorte importante (a día de hoy hay 49 miembros) y el lanzamiento de nuevos rostros, combinado con el afianzamiento de la número dos, Adriana Lastra (dejó este verano la Portavocía en el Congreso para, en teoría, centrarse en el partido, aunque algunos dudan de que siga en el puesto), y casi con seguridad, del tres, Santos Cerdán, y en los mensajes que el partido proyecte.

En todas las quinielas figuran las coordinadoras de la ponencia, Hana Jalloul (portavoz en la Asamblea de Madrid) y Lina Gálvez (eurodiputada andaluza), además del ministro Félix Bolaños, que ha sido clave en el acuerdo cerrado esta misma semana con Unidas Podemos para los Presupuestos Generales del Estado.

La consigna está muy clara: ganar las próximas citas electorales. La primera parada será Andalucía en 2022, aunque el gran objetivo es revalidar mandato en las generales de 2023.