Chema Sánchez

En corto y por derecho

Chema Sánchez


En la piel de la banca

26/03/2022

Desde 2019 ha crecido un 30% el uso mensual de internet entre las personas mayores de 55 años. Dos empresas especializadas cifraban recientemente esa masa de internautas en casi 10,8 millones de españoles, aproximadamente el 23% de la población de nuestro país. Curiosamente, los mayores son quienes mayor utilización hacen de los servicios bancarios online, se han incorporado a la banca digital de una manera acelerada. Sin embargo, hay una cantidad importante de población que respalda, asintiendo con su cabeza, cada vez que escuchan el lema de esa campaña denominada "Soy mayor, no idiota". Estupendo. Tampoco son idiotas, por cierto, los empleados que atienden, con enorme paciencia y diligencia, en las entidades financieras, a quienes muchas veces acuden a ellos sin un mínimo de educación. Esa campaña consiguió, gracias al empeño de su impulsor, Carlos San Juan, 600.000 firmas que la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación del Gobierno de España, Nadia Calviño, se encargó de recoger, personalmente, emocionada. Los bedeles del Ministerio estaban sorprendidos porque, por una vez, vieron a Calviño acceder por la entrada principal del edificio, situado en plena Castellana. Esperpéntico. Pero estábamos a solo unos días de las elecciones de una autonomía especialmente envejecida. Adivine: Castilla y León. Por cierto, San Juan sabe mandar instancias por change.org, no maneja una aplicación móvil.
Aunque, acerquémonos más en el calendario a este sábado: El Banco de España facilitaba al diario económico Cinco Días, esta misma semana, el dato de cuántas oficinas bancarias han cerrado en cinco años. Las cifras son preocupantes. Por una mera cuestión de concentración y ahorro de costes, que las entidades suelen denominar eficiencia, se ha desmantelado una de cada tres sucursales en la piel de toro en el último lustro. De manera que, si a finales de 2016 había 29.000, hoy apenas quedan 19.300. Se da la circunstancia de que, en una comunidad autónoma como ésta -en la que la dispersión geográfica condiciona el día a día de muchas familias y hay una despoblación rampante- se encuentran cinco de las diez provincias en las que el varapalo ha sido más importante. Entre esas provincias, por cierto, no está Ávila. Pero sí Palencia (-44,1%), Zamora (-43,5%), Salamanca (-41,5%), León (-40,9%) y Valladolid (-38,8%). En el caso de la provincia abulense, la pérdida cuantificada se sitúa en el 28,9 por ciento. 
No seré yo quien utilice el manido argumento de "con el dinero que ganan a nuestra costa…" O ese dicho todavía más apasionante de "un día saco todo y lo guardo bajo una baldosa o debajo de la almohada…" Somos españoles y tenemos derecho a todo, incluso a que los bancos -entidades privadas- besen el suelo que pisamos. Pero no, los bancos también son empresas, que como toda empresa, buscan crecer y que rinden cuentas a sus propietarios. En ocasiones simulan querer parecerse a esas grandísimas corporaciones, como la Zuckerbergiana Meta, que hoy contrata a espuertas personal, pero debe dejarlo recluido en búnkeres, porque cuando hay un problema, nadie está al otro lado. En los bancos -al menos los que yo conozco- siempre hay alguna solución, alguna respuesta. Otra cosa es que nos guste escuchar lo que nos dicen. Somos españoles y, en ciertos casos, la empatía la dejamos en casa. ¿Has pensado que detrás de los cierres de oficinas hay personas? ¿Que detrás de los traslados que conllevan esas clausuras, hay familias a las que se les descuadra su vida entera? No, ¿verdad?
En el hipermercado nos parece bien que nos contraten una tarjeta, pero si el banco tan sólo lo insinúa ya es un robo…  ¿Quién lo entiende?
En los tiempos que corren parecen no valer los sentimentalismos, menos aún si el órgano de gobierno de la entidad financiera se sitúa a cientos de kilómetros de distancia. Pero también es cierto que el español aprende con celeridad cuando hay necesidad. No quita para que ciertamente haya una franja de población que requiera apoyo, y en eso se han puesto de acuerdo rápidamente la administración y las patronales bancarias. Pero no seamos tan populistas ni veamos sólo el color del dinero porque siempre -siempre- detrás de él, hay personas. Ya me entienden.