Editorial

El Senado cobra algo de fuerza con el cara a cara entre Feijóo y Sánchez

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El debut ayer de Alberto Núñez Feijóo en el papel nuevo senador autonómico por Galicia en la sesión de control al Gobierno puso de manifiesto cómo su confrontación con el presidente del Gobierno va a servir, además de para marcar la acción política en lo que resta de legislatura, para aumentar el interés de una Cámara parlamentaria generalmente huérfana de atención. No había más que comparar el interés mediático por captar ese primer cara a cara entre Pedro Sánchez y el líder de la oposición y el que suscita cualquier otro Pleno en el Senado para comprender que esa reforma de la que este país lleva décadas hablando resulta ya imprescindible para dar contenido real a la Cámara Alta y que sea, tanto en composición como en funciones, una auténtica Cámara de representación territorial. Algo que en la actualidad dista mucho de ser.

La intervención de ayer fue, por otro lado, una auténtica declaración de intenciones por parte del presidente del PP. Con un tono moderado pero no exento de la ironía que se supone a todo debate parlamentario, Feijóo logró fijar dos mensajes fundamentales: que su estilo no está basado en el insulto y que su mayor preocupación radica ahora en lograr mejorar la calidad de vida de las familias, asfixiadas por la alta inflación y la escalada de precios de la energía. Demostró también que es posible desempeñar una oposición contundente sin recurrir a las descalificaciones y que la oratoria debería ser condición sine qua non para alguien que aspire a dedicarse a la política. Su «no es lo mismo gobernar que resistir» puede convertirse en el mantra de aquí a que se convoquen elecciones generales.

 El problema es que, más allá de la forma, ese debate entre los dos grandes líderes políticos de este país apenas sirvió para algo más que para reforzar los postulados que marca cada uno de los partidos. Así, Sánchez ni siquiera dejó una puerta abierta a incorporar algunas de las iniciativas que propone el PP para mejorar la capacidad adquisitiva de los españoles: bajar el IVA de energía e hidrocarburos y rebajar en el IRPF parte de la recaudación suplementaria que logra el Estado por el alza de la inflación, principalmente. En el lado contrario, Feijóo no se avino a pactar la composición de los órganos judiciales, como le reclamaban desde las filas socialistas. Y mientras los dos grandes partidos no sean capaces de alcanzar acuerdos básicos en los grandes temas que afectan al país estarán dando alas a los populismos y encarecerán el valor del voto de los nacionalistas, que han demostrado ya con creces su capacidad para traducir sus apoyos en inversiones para sus respectivos territorios. Y este es un modelo que España no debería repetir.