Editorial

Olvido y abandono de las ruinas del convento de Las Gordillas

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El derrumbe de una parte del muro de cerramiento del convento de Las Gordillas sacó esta semana del olvido en el que se encuentra este edificio histórico, ubicado en un lugar estratégico del centro de Ávila pero cuyas ruinas están sumidas en el más absoluto de los abandonos.

A pesar de que la zona que se ha derrumbado no goza de la protección con la que cuenta este monumento, que está declarado Bien de Interés Cultural, no es menos cierto que forma parte de un conjunto que se ha convertido en una de las mayores vergüenzas patrimoniales de una ciudad que está considerada Patrimonio Mundial por la Unesco.

Un edificio histórico que, por diferentes circunstancias y por los avatares del tiempo, ha acabado convirtiéndose en una ruina total, y lo que es más descorazonador, no se vislumbra un futuro de esperanza que pueda rescatarlo de ese ostracismo y abandono en el que se encuentra, y al que nadie parece querer hacer frente.

En su día fue la iniciativa privada, con la implicación también del Ayuntamiento de Ávila, la que planteó convertir estas ruinas en un establecimiento hotelero, con viviendas y oficinas, incluso dando cabida a un aparcamiento subterráneo, que diera cumplimiento a un anhelo histórico que se persigue desde hace décadas en esta ciudad (sin ningún éxito y paso concreto) de dotar a la zona centro de la ciudad de otro parking, que se sume al de la plaza de Santa Teresa y al del Rastro. Sin embargo, todo aquello quedó en un proyecto que se engulló la crisis económica, y desde entonces se acabaron todas las esperanzas de poder dotar de vitalidad a un espacio que se alza con un semblante ruinoso.

Hoy en día lo que fue un histórico convento está abandonado a su suerte, y únicamente sale de su ostracismo para dar cuenta de sucesos que ocurren en en sus muros, en su interior, en su entorno (incendios, derrumbes, desprendimientos...) que obligan a intervenir de urgencia para poner parches. Con una propiedad totalmente desaparecida, en el año 2017 figuró en una relación de bienes que sacó a subasta la Delegación de la Agencia Tributaria de Valladolid, pero esa subasta se truncó.

El drama es que hoy en día nadie, ni la iniciativa pública ni la privada, parece dispuesta a rescatar a este espacio emblemático del estado en que se encuentra, con una ubicación estratégica que podría dar a cabida a iniciativas y proyectos de distinta índole. El problema, como casi todo en esta vida, es tener la capacidad para acometer una inversión de envergadura que requeriría poner en valor un espacio patrimonial de estas características.

Una triste realidad de la que no escapan otros solares y edificios que en su día fueron emblemáticos en esta ciudad y que hoy se han convertido en testigos runiosos del paso del tiempo, en una ciudad que necesita atraer inversores (públicos y privados) que sean capaces de acometer proyectos de relevancia que los rescaten del olvido.