«Un premio con nombre de santa Teresa son palabras mayores"

D. Casillas
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Luis Landero recoge hoy en el Auditorio Municipal de San Francisco (en un acto que comenzará a las 20,00) el principal premio literario de cuantos se conceden en nuestra provincia, el que lleva el nombre de la gran mística que fue también una maestra

«Un premio con nombre de santa Teresa son palabras mayores" - Foto: MiriamChacoN

Luis Landero, uno de los novelistas con mayor reconocimiento en el actual panorama de la lengua castellana –no sólo por su elevada calidad literaria sino también por su capacidad de trasladar a la palabra el alma humana con todas sus satisfacciones y contradicciones, tocado todo ello por un lirismo al alcance de muy pocos–, recibirá este martes  en el Auditorio Municipal de San Francisco, a las 20,00 horas, el Premio Nacional de las Letras Teresa de Ávila, galardón del que se ha hecho justo merecedor por una trayectoria exitosa en lectores y también reconocida por la crítica y compañeros de profesión en la que destacan libros tan grandes como Juegos de la edad tardía, Lluvia fina o Absolución.

«Muy contento y agradecido» por la concesión de este premio, Luis Landero manifestó a Diario de Ávila que el galardón le hace «una especial ilusión» tanto por ser concedido en Ávila, una ciudad que le gusta mucho, como por estar convocado bajo la 'advocación' de la gran mística y escritora abulense.

Aunque sólo sea por llevar el nombre de Teresa de Jesús, ¿para una persona con tantos reconocimientos como usted éste que le han concedido en Ávila no es sólo un premio más?

Por supuesto que no es uno más, y es que recibir un premio con el nombre de santa Teresa son palabras mayores. Y para mí es así porque, desde que era estudiante, el de santa Teresa es un nombre que es muy relevante, por un lado por motivos religiosos y por otro por razones literarias, y porque en conjunto siempre ha presidido nuestras vidas. Tengo una estima enorme a santa Teresa como escritora, porque está en la misma línea de Cervantes, del autor del Lazarillo, de fray Luis de León y de todos estos grandes escritores que escriben como hablan, que son maestros de la lengua y que da gusto leerlos y aprender de ellos.

O sea, que son maestros a los que además de admirar hay que acudir siempre.

Así es, porque en sus libros está el castellano que tiene todo el sabor. Y yo creo que eso lo aprecio y lo disfruto especialmente porque soy un hijo de campesinos que no tuve libros en mi infancia; en mi familia eran todos campesinos y eran semianalfabetos, pero hablaban de maravilla porque hablaban el lenguaje popular, no el vulgar, practicaban ese lenguaje que venía rebotando a través de los siglos, desde el XVII y el XVI y posiblemente incluso desde más atrás.

Insisto en que en mi familia hablaban muy bien ese castellano puro y rico, de manera que cuando yo empecé a leer a Cervantes, a santa Teresa, a fray Luis y a todos esos grandes que decía antes, entendí que era así como hablaba mi gente; lo que pasa es que ahí se mezcla el lenguaje culto, el escrito y el hablado, y de esa fusión resulta esa maravilla que es el modelo retórico magnífico que consiguen cuando armonizan bien el lenguaje escrito y el oral.

Destacó el jurado que es honor para el Premio que un escritor como usted lo reciba, ¿es para usted también un honor recibirlo?

No cabe duda, es un honor recibirlo, una gran alegría por la que estoy muy agradecido, vamos, que todo lo que diga es poco. Por todas esas razones el día 11 estaré en Ávila, encantado, para recibir el premio. 

Y otro motivo de especial satisfacción a la hora de recibir este premio es que Ávila fue una de las primeras ciudades que conocí de niño, porque cuando estuve en Madrid nos llevaban allí de excursión con el colegio, de manera que Ávila también está en el disco duro de mi infancia.

¿Considera que Ávila es una ciudad con un especial poso literario?

No cabe duda, Ávila es una ciudad muy literaria por muchos motivos. Mis recuerdos de Ávila son mis paseos por allí al lado de la Muralla, sentarme en un sitio bonito, luego pasear por sus soportales, entrar en un bar a tomar algo y comer muy bien, el ir, el venir..., es una ciudad donde uno se siente muy a gusto; ir a Ávila es volver a Ávila.

También destacó el jurado que aunque sea usted un novelista digamos puro, en su prosa se percibe un fuerte lirismo latente, ¿está de acuerdo con esa apreciación?

Tengo que decir que sí, porque en mí hay un poeta frustrado. Yo empecé escribiendo poesía cuando tenía unos quince años y luego me pasé, como se dice con armas y bagaje, a la prosa, porque lo mío no era la poesía. Pero siempre el poeta que quise ser viaja en calidad de polizón conmigo, para los restos.

Volviendo a la poesía y a lo abulense, ¿san Juan de la Cruz también es para usted admirable como lo es santa Teresa?

Sin ninguna duda, porque hablamos de alguien capaz de hacer una obra tan breve y tan intensa; es que es un milagro cómo se puede decir tanto en tan poco.

Y haciendo un poco más de patria chica, casi todos los escritores y poetas en lengua castellana dicen que tienen algo de abulenses por la deuda contraída con esos dos grandes escritores de esta tierra, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, ¿lo comparte usted?

También lo comparto, es que son escritores universales. Y hay que darse cuenta de que san Juan de la Cruz bebe de la Biblia, del Cantar de los Cantares, y santa Teresa bebe de los libros de caballerías, o sea que vienen de muy atrás y llegan muy adelante. ¿Qué poeta no está influenciado por san Juan?, pues creo que pocos, porque ha sido una referencia para muchísimos poetas, y rebota de la poesía a la prosa, Ocurre como con el oxígeno, que no sabemos muy bien lo que es pero se respira. Y en el caso de santa Teresa es de destacar sobre todo ese lenguaje que es el hablado pero que ella consigue hacer tan literario, es un logro extraordinario ese poder escribir de un modo aparentemente tan fácil y al mismo tiempo tan profundo.