Martín Garzo viaja al mundo mágico de la infancia

César Combarros / Ical
-

Siruela publica este miércoles, 19 de octubre, el nuevo libro del escritor vallisoletano, que con 'Peter Pan' como referente trenza una fábula fascinada y fascinante en torno a los cuentos de hadas

Martín Garzo viaja al mundo mágico de la infancia - Foto: mir_ical

"Todos los niños desaparecen, misteriosamente. Cuando menos se lo espera uno, un día, los niños se han ido, y no vuelven más". Esa frase de 'Solo un pie descalzo', de Ana María Matute, es la elegida por Gustavo Martín Garzo para abrir 'El País de los Niños Perdidos' (Siruela, 22,95 euros) y condensa a la perfección el espíritu de su nuevo libro. Con el 'Peter Pan' de James Matthew Barrie como espejo donde mirarse ("es una obra suprema, no hay ningún libro que exprese mejor lo que es la infancia", confiesa Garzo), el escritor vallisoletano brinda un delicioso compendio de cuentos de hadas con el que se adentra en el complejo, fascinante y fascinado mundo de una etapa vital que, para él, es "esencial". 

"Es un libro que básicamente está escrito para mis nietos, Gabriele y Adriano, que tienen diez y siete años (así se llaman también los dos protagonistas del libro). Un día de pronto me di cuenta de que se estaban haciendo mayores y vino a mi cabeza esa frase tan inquietante de Ana María Matute con la que se abre el libro. Siempre hay un momento de perplejidad que nunca terminas de entender, cuando ves a un hijo tuyo que está creciendo y te das cuenta de que se ha transformado en un chico o en una chica. Y te preguntas ¿ese niño dónde está? Es algo que también sucede con el niño que fuimos, cuando vemos nuestras fotos de pequeños y nos enfrentamos a alguien que es todo un enigma, que se ha ido para siempre, para no volver, por mucho que nos empeñemos en alcanzarle", reflexiona en declaraciones a Ical.

El germen primero del relato, según explica, hay que buscarlo en una tarea escolar que le encargaron a su nieto Gabriele en el colegio, donde pidieron a los alumnos que llevaran a clase una foto de sus abuelos cuando eran pequeños. "Mi hija me contó que el niño estaba fascinado con esa foto, porque al mirarla le gustaba imaginarse que el de la foto era amigo suyo y vivían juntos aventuras. La idea me maravilló; me hubiera encantado poder conocer a ese niño teniendo esa edad y haber visto qué cosas se nos ocurrían juntos", evoca.

'El País de los Niños Perdidos' se erige como un emocionante homenaje del Premio Nacional de Narrativa al mundo mágico y de "asombro permanente" que es la infancia, "un mundo sin respuestas, donde todo son preguntas", afirma el autor. "A medida que vamos avanzando en el tiempo y nos transformamos en adultos entramos en un mundo donde todo está dicho, donde cada cosa es lo que es y no puede ser de otra manera. Así son todos los totalitarismos, mundos de respuestas; nos dicen que las cosas son así y no hay manera de pensar que puedan cambiar, mientras que en el mundo de la imaginación o del deseo en vez de respuestas lo que hay son preguntas, y son las preguntas las que te las que te mueven, las que te hacen vivir y las que te hacen pensar. Como le gusta decir a Emilio Lledó, es contemplar el mundo como posibilidad, una idea que me parece extraordinaria", resume.

Homenaje a la cultura

En su libro, Martín Garzo brinda también un rendido reconocimiento al mundo de la cultura, al establecer un paralelismo entre los teatros, los cines o las bibliotecas con un Gran Teatro de Sombras donde los adultos intentan encontrar "todo lo que han perdido en la vida". El autor hace así un guiño también al Teatro de Oklahoma de Kafka, un lugar al cual siempre acude un montón de gente, sin saber muy bien por qué. "Yo concibo la literatura y el mundo del arte en general como el mundo de la posibilidad, los encantamientos, el hechizo…", señala. 

Frente a ello, el lector encontrará otro mantra diametralmente opuesto, premonitorio y oscuro, en boca de un loro parlanchín que grita a los protagonistas: "Todo lo que tienes, lo vas a perder". "El mundo de los cuentos está siempre lleno de contradicciones, como la propia vida. Si como pretende cierta gente se elimina de los cuentos todo lo perturbador o lo inquietante, entonces dejan de tener sentido. El cuento tiene sentido en la medida en que en él conviven lo fascinante y lo terrible, la vida y la muerte… En este libro planteo una reivindicación absoluta del mundo de los cuentos de hadas, porque yo creo en elos más que en la Biblia. Ahí está todo. Siempre digo que quien quiera saber lo que es un niño tiene que abrir los cuentos de los hermanos Grimm, porque en ellos encontrará la respuesta", argumenta.

Orden en el caos

Martín Garzo rechaza ofrecer una mirada a la infancia como un paisaje idílico e idealizado. "Los niños parece que están hechos para la felicidad, pero sufren mucho y tienen muchísimos miedos, que no son comparables a los miedos del adulto. Su mundo está lleno de maravillas, pero como bien se veía en 'Alicia en el País de las Maravillas' estas no siempre son favorables, y allí hay que andarse con ojo porque ruedan cabezas al menor descuido", explica.

"La Isla de los Niños Perdidos de 'Peter Pan', que de alguna manera es el modelo de este libro, es tremenda porque allí lo único que rige es el principio del placer y todo es un caos y una locura. Allí puede pasar de todo porque todo es posible. Pero todo cambia cuando llega un personaje como Wendy, la contadora de cuentos. Cuando ella llega todos esos niños salvajes se ponen a su alrededor y le piden que les cuente historias, y así pone algo de sentido a ese mundo disparatado del deseo. Por eso los niños piden a sus padres que les cuenten historias, porque su mundo es enormemente confuso, al estar tan abierto y dislocado", explica.