Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


I+E(gea)

24/02/2022

De un plumazo Mañueco ha quitado de su vida sus relaciones más tóxicas: las que mantenía con I+E(gea). Nunca se  llevaron bien ni se entendieron porque ni Paco ni Teo manejan la inteligencia emocional a pesar de ser listos. Y ambos se conducen como los coches de choque. Banzai.
Lo minúsculo tiene una relevancia decisiva en los grandes acontecimientos. En Andalucía, Moreno Bonilla y Juan Marín se van de fin de semana juntos, pero aquí dudo que Mañueco le comprara un coche usado al de Murcia. Llevarse bien no es algo que se firme en los pactos ni se negocie, es inherente a la forma de ser. Igea y Mañueco tienen universos diferentes y siempre adolecieron de una relación yuxtapuesta que, al separarse, no había generado raíces. Fue sencilla la separación. Sólo hubo que romper un gobierno porque la relación ya lo estaba. Y bien rota.
Con Egea nunca hubo paz. Mano de hierro en manopla, el murciano siempre prefirió una buena bronca a un mal acuerdo y nunca renunció a pisar todos los charcos con tal de salirse con su razón, algo que siempre reputó como el cumplimiento de su deber. De esas personas que les das un problema y te devuelven dos.
Para Mañueco no solo ha llegado la victoria:ha llegado la liberación, estado de ánimo que le puede permitir buscar acuerdos consistentes en esta nueva reválida, la de convalidar la cuota electoral de VOX y persuadirles de trabajar civilizadamente desde la derecha para gobernar sociedades complejas.
No es mal comienzo. Cuando la gente opera bajo la presión de los entornos incómodos tienden a tomar decisiones incorrectas y, como se ha visto estos días en la dramaturgia 'genovesa' con el hundimiento, las relaciones personales no se pueden impostar: cuando hay fuga hay fuga y por eso, lo mejor, siempre, es tener a mano buenos fontaneros. Fernández Mañueco tiene ahora las manos libres para acertar o equivocarse por sí mismo.