Para poder elaborar estas líneas José Javier Sánchez Perrino (Ávila 10 de agosto de 1963), es decir ‘Javi’ de La Cigüeña no nos recibe tras la barra de este clásico de la hostelería de la capital abulense. Lo hace reposadamente junto a un café y su inseparable compañera de vida y de negocio, Rosa Candil. De vida desde hace 34 años y de negocio, desde el año 1995, cuando «ella dejó de trabajar en la fábrica de caramelos Blázquez» (que estaba en la calle Telares). Rosa dio el paso por algo muy sencillo: «Me apetecía por estar con él y aunque como decía mi madre, yo no sabía casi ni hacer un huevo...Aprendí». Y es que está claro que si se tiene ganas, se sale con el empeño y prácticamente desde entonces y juntos, por supuesto, forman un tándem triunfador que les ha hecho ganarse no pocos adeptos, labrados año a año a base de trabajo, esfuerzo y por supuesto buen producto y estupenda atención al público.
Cuenta Javi y así lo reconoce Rosa que tener una clientela tan fija se debe a que «aquí la gente cuando viene se siente como en casa, bueno, eso es lo que nos dicen». Así y entre risas reconocen que cuando llega la hora de cierre al público, tienen que sacar las llaves para ir anunciándolo entre las mesas y que la gente se dé por aludida, «con tacto, con cariño», pero claro, la hostelería supone muchas horas de duro trabajo y «cuando cierras la puerta todavía te tienes que quedar un rato pues hay que recoger. Así que es normal que se escuche eso de... ¿es que no tenéis casa?». Javi y Rosa nunca, nunca se han ido de su bar sin haberlo dejado todo dispuesto para afrontar el día siguiente y eso te lleva «casi una hora y media más cuando se cierra la puerta». Hace unos años era menos, pero ahora «los años se van notando y lo que antes hacías en una hora ahora tardas más tiempo en hacerlo». Total que si te pones a echar cuentas, «haces 12 horas, pero tenemos un ratito para descansar antes de afrontar la noche, que se suele alargar porque la gente cada vez sale más tarde».
El caso es que pesarán los años, y algún que otro kilo de más tal y como reconoce Javi (que engordó bastante al dejar de fumar, explica) pero que no se preocupen los fieles de La Cigüeña o aquellos que todavía no conozcan este pequeño rincón de asueto cercano a la estación de trenes porque queda bar para mucho rato. Javi y Rosa no están dispuestos a abandonarles: «Me quedan más de 10 años para jubilarme -dice él- y desde luego mi idea es seguir aquí al menos 10 años más». Están a gusto y se nota. A veces hay sinsabores, pero pesa más los buenos ratos. ¿Y broncas entre vosotros? Escasas, y coincidiendo además con los días de más ajetreo, «por malentendidos» a la hora de pasar comandas.
¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza sobre Ávila?
La tranquilidad, tu casa, simplemente donde te encuentras a gusto.
¿ Qué es lo que más le gusta de Ávila?
La ciudad en sí misma, me gusta con sus más y sus menos. La controlas, conoces a todo el mundo.
¿ Y lo que menos le gusta?
Que se está haciendo mayor, la gente se tiene que ir fuera a buscar un trabajo y también el hecho de que salen muchos estudiantes a hacer sus carreras fuera de aquí y que luego no pueden volver.
Un lugar para perderse.
Cualquier pueblo de Ávila que tenga un poquito de todo, de naturaleza, de patrimonio, de gastronomía. Cualquiera, los tenemos preciosos.
Un recuerdo de la infancia...
Que cuando era pequeño estaba todo el día jugando al fútbol y en la calle. Justo al contrario que ahora que hay que obligar casi a que los niños salgan a la calle y dejen tablets, móviles...
Un personaje abulense que le haya marcado.
Adolfo Suárez porque consiguió que al menos durante un ratito, los españoles pensásemos todos igual. Es el único político que lo ha logrado.
El mayor cambio qué necesita Ávila es...
Más empresas, más industria, mejores comunicaciones. Con todo ello lograríamos que la gente pudiera vivir aquí y no tuviera que marcharse.
Y Ávila tiene que mantener.
La tranquilidad de la que te hablaba, pero no la de la soledad o la de la ciudad vacía sino la de sentirse seguro.
¿Qué le parece la ciudad hoy en día?
Está bien para vivir, aunque le falta ‘vidilla’ de todo. Antes salías y los bares estaban abiertos, todos y con gente y ahora, sales, incluso los viernes y no se llenan. Recuerdo cuando cerrábamos por ejemplo un miércoles el bar y queríamos tomar algo, pues siempre encontrabas algo abierto; hoy, no.
¿Cómo ve la ciudad en el futuro?
Si no mejora todo eso, demasiado tranquila.
¿ Qué puede aportar usted a Ávila?
Que la gente disfrute de lo nuestro, de nuestros productos, de nuestro local y que se sigan sintiendo como en casa.