La cultura popular es sabia, nace de personas que viven a pie de calle, que observan con atención lo que ocurre a su alrededor y analizan sin autoengañarse sus propias peripecias personales. Los políticos tendrían que hacer más caso a sus dichos, porque siempre aciertan. El que se acuesta con niños tiene muchas papeletas para despertar mojado; los políticos que por oportunismo se juntan con personajes o grupos con los que mantienen diferencias irreconciliables, se arriesgan a que salten por los sires sus proyectos sus proyectos y su credibilidad.

A Pedro Sánchez, que ha apostatado de todo aquello que defendía y se ha aliado con lo peor de cada especie, no le importa el resultado de su estrategia, porque le tienen sin cuidado las consecuencias que ha tenido para España gobernar gracias Podemos, Bildu e independentistas; como tampoco le importa que haya dejado su partido hundido y falto de sus mejores cabezas, porque ha cumplido con el objetivo que se había marcado, gobernar. Pero sí importan al PP, y a los votantes del PP, las consecuencias de pedir socorro a Vox.

El partido de Abascal está lejos de defender los mismos principios que el PP y viceversa, y de la misma manera que vende caro su apoyo exigiendo lo que el PP no quiere acepta -todo lo contrario de lo que hace Sánchez, que traga con lo que haga falta- está provocando problemas al PP que van más allá del conflicto que vive ahora Mañueco en Castilla y León, donde un candidato sin experiencia de nada y no tiene idea de gestión, ocupa nada menos que una vicepresidencia de gobierno regional y ha provocado un conflicto con el que el Psoe se frota las manos. Porque por mucho que Mañueco haya desmentido a su vicepresidente, han salido en tromba los socialistas dando por bueno el anuncie de famosos Gallardo, que provoca un incendio cada vez que abre la boca.

Mal asunto para Feijóo, al que los socialistas acusan incluso de estar en silencio; seguro que si hablara, le acusarían de meterse en asuntos de Mañueco, lo que demostraría que no era cierto aquello de que dejaría autonomía y capacidad de decisión a los dirigentes regionales.

El éxito de Juanma Moreno fue volcarse de lleno en potencias su labor de gobierno para no someterse así al chantaje de Vox, que le hizo la vida imposible aunque no formaba parte del gobierno. Consiguió mayoría absoluta e hizo un corte de mangas a Vox. Lo que le toca ahora a Mañueco es ponerse firme ante un vicepresidente que solo tiene protagonismo cuando saca los pies del plato y está por ver que tome alguna iniciativa que cambie para bien la vida de los castellano leoneses.

Si sigue así, su vicepresidencia será breve, y además se le acusará, con razón, de facilitar que Sánchez se mantenga en Moncloa.

Como para presumir ante los votantes de Vox…