«Mozart pensaba que componía un requiem para sí mismo»

D. Casillas
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'Contando la música', dirigido por José Luis López-Antón, se acercó a la última obra que creó el genial músico

El ciclo 'Contando la música', que organiza el Ayuntamiento y tiene a José Luis López-Antón, director de la Orquesta Sinfónica de Ávila, como ponente, se acercó en su segunda cita de su segunda edición a una de las obras más significativas de quien para muchos es el compositor más grande de la Historia: el celebérrimo Requiem del grandísimo Mozart.

De este «representante de la primera escuela de Viena y el clasicismo» escogió el ponente «el género coral religioso, en concreto su misa de Requiem, que es una de las obras más célebres de este compositor y yo creo que uno de los grandes templos de la música de este género sinfónico coral de toda la historia».

Recordó el ponente que esta obra convive con «la leyenda de que Mozart, tras un concierto en Viena, se encontró a un misterioso personaje que le encargó una misa de requiem; él no le hizo mucho caso porque se tenía que ir a Praga a otros compromisos profesionales, pero ese personaje reapareció un mes después con el mismo encargo, y Mozart creía que era la mismísima parca, que era el destino en forma de muerte quien se la encargaba, tanto que estaba convencido de que iba a componer un requiem para sí mismo». 

En realidad, aclaró, aquel personaje «era un emisario del conde de Walsegg, melómano que estaba muy acostumbrado a encargar obras y presentarlas como si fueran suyas, y en este caso eran para las exequias de su mujer». Es decir, que «el encargo no era tan esotérico como parecía en principio, pero Mozart sí que se lo tomó así, con ese halo de misterio, para componer el que sí acabó siendo su propio requiem, ya que murió antes de terminarlo y fue su discípulo Süssmayr el que lo completó».

Del total del Requiem, casi una hora de música, «Mozart compuso solamente la Lacrimosa, el resto de las partes fueron completadas  por Süssmayr a raíz de los bosquejos del compositor». En esta obra «el estilo inherente a Mozart abre un poco la espita a lo que sería posteriormente el romanticismo, en ciertas cosas como el tratamiento de los afectos, mucha utilización de la diferencia y los cambios en las dinámicas y en cómo se pueden transmitir los diferentes sentimientos humanos con respecto a ese tránsito hacia la vida eterna a través de la música».

La charla de José Luis López-Antón estuvo acompañada, como es costumbre en este ciclo, por la música de la que se hablaba, debido a que «la dinámica de esta actividad es intercalar la parte quizás un poco más teórica, de conferencia al uso, con los diferentes fragmentos de la obra en cuestión».

Es decir, que en cada cita de 'Contando la música' «hay parte de análisis y parte práctica de escucha, para la que ojalá pudiéramos tener una orquesta». Y, añadió, siempre «dejo tarea al público, porque en la hora que dura la charla no tenemos tiempo de profundizar; y siempre quiero sembrar la semilla para despertar la curiosidad y que luego en sus casas se pongan el Requiem o cualquier otra música, que sea para ellos un disfrute a través del conocimiento de los secretos que Mozart nos dejó».