Tres arzobispos y el nuncio en España, en la Transverberación

J.M.M.
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Jesús Sanz Montes será el encargado de presidir la eucaristía del 26 de agosto en La Encarnación, y también se contará con la presencia, entre otros, de Ricardo Blázquez (el día 17), de Bernardito Auza (el día 18) y Antonio Cañizares (día 22)

Tres arzobispos y el nuncio en España, en la Transverberación - Foto: Mercedes Martín

Tres arzobispos y el nuncio apostólico en España presidirán este año eucaristías dentro del decenario que a la Transverberación del Corazón de Santa Teresa de Jesús dedican las carmelitas descalzas del Monasterio de La Encarnación, que se desarrollará del 17 al 26 de agosto, fecha en la que se celebra la festividad de la Transverberación.

Las misas darán comienzo todos los días a las 20,00 horas, y será Ricardo Blázquez, cardenal y arzobispo emérito de Valladolid el encargado de predicar en la primera de las celebraciones, que tendrá lugar el miércoles 17 de agosto.

Al día siguiente, se contará con la presencia de monseñor Bernardito Auza, nuncio apostólico en España; mientras que el día 19, viernes, estará Manuel Vargas, vicario episcopal para el Cerro de los Ángeles (Madrid).

El prior del convento de La Santa, el padre David Jiménez, será el encargado de predicar en la celebración del sábado 20 de agosto, y al día siguiente, domingo 21 de agosto, será Eliseo García Rubio, capellán del Monasterio de San José, el encargado de presidir la ceremonia religiosa.

El lunes 22 de agosto está prevista la presencia del cardenal Antonio Cañizares Llovera, arzobispo de Valencia, y un día después será José Manuel Sánchez Caro, ex rector de la Universidad Pontificia de Salamanca y de la Universidad Católica de Ávila, el que presidirá la misa.

El miércoles 24 de agosto será el turno del padre Jerzy Nawojowski, director del Centro Internacional Teresiano Sanjuanista – Universidad de la Mística; y el jueves 25 de agosto estará presente monseñor Alberto José González Chaves.

El viernes 26 de agosto, festividad de la Transverberación, presidirá la solemne celebración eucarística monseñor Jesús San Montes, arzobispo de Oviedo.

Según recuerdan las carmelitas descalzas del Monasterio de La Encarnación, esta fiesta "se viene celebrando en este monasterio desde hace siglo, para conmemorar la Merced que nuestra Santa Madre Teresa de Jesús tuvo en este Monasterio". Ella lo narra así en el capítulo 28 del libro de Su Vida: 

narración de la santa. «Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento».

Por su parte, según recuerdan las hermanas carmelitas, su santidad Gregoria XV, en la Bula de canonización dijo sobre este acontecimiento:

"Entre las virtudes de Teresa, brilló con luz propia la caridad divina. Este amor se fue avivando en ella gracias a las innumerables visiones y revelaciones con que Cristo la favoreció. Una vez el Señor la tomó por esposa. En otra ocasión Teresa vio un ángel que con un dardo encendido le transverberaba el corazón. De resultas de estas mercedes celestiales, sintió la Santa tan abrasadamente el amor divino en las entreñas que, inspirada por Dios, emitió el voto, difícil en extremo, de hacer siempre lo que ella creyese más perfecto y para mayor gloria de Dios".