Los enfermeros alertan de las consecuencias de los «pinchazos»

J.M.M.
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El Colegio de Enfermería de Ávila precisa que si se produce «hay que advertirlo rápidamente a gente de confianza para que puedan vigilar si se produce una situación de sedación o pérdida de control»

El Colegio Oficial de Enfermería de Ávila ha alertado de las consecuencias para la salud que pueden causar los «pinchazos» de discotecas que se están denunciando por todo el país, sumándose de esta manera a la nota del Consejo General de Enfermería.

Según exponen los enfermeros, el ocio nocturno alcanza sus picos de actividad en el verano, especialmente en agosto. Cientos y hasta miles de personas abarrotan discotecas, festivales y demás locales. Desde hace unos días han saltado las alarmas y en España son ya más de 50 las denuncias de mujeres que afirman haber recibido pinchazos (de momento en Ávila no se ha registrado ninguna). Los efectos que las drogas ilegales inoculadas suponen graves riesgos para la salud de la víctima: inhibición de la voluntad, incapacidad para defenderse o tomar decisiones, caída de la presión arterial, pérdida de la consciencia son algunos de los síntomas. 

Ante esta situación, el Consejo General de Enfermería ha puesto en alerta a los Consejos Autonómicos de Enfermería y a los colegios provinciales que hay en España por los problemas que pueden acarrear estos pinchazos. Además, ha instado al Gobierno a endurecer las penas para los agresores por Real Decreto y a crear acciones de vigilancia y prevención específicas contra estos delitos a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. 

El presidente del Consejo General de Enfermería, Florentino Pérez Raya, afirma que «estas prácticas atentan contra los derechos de la mujer, son ilícitas y, ante el auge e incremento que se está denunciando, deberían ser tipificadas específicamente por la ley». «Hemos dado la voz de alarma a toda la Organización Colegial para denunciar todos y cada uno de los casos que sean atendidos en hospitales y centros de salud y atención primaria», señala Pérez Raya. «Las enfermeras pondrán su granito de arena en la lucha contra esta actividad ilegal tan perjudicial para la salud y que está causando una gran alarma social estos días», añade. 

Sustancias ilegales. Las primeras investigaciones han detectado que estos pinchazos podrían inyectar sustancias ilegales y, por tanto, que carecen de control sanitario alguno, como el éxtasis líquido, la ketamina o benzodiacepinas, que producen una reacción inmediata en la víctima de pérdida de control y, por tanto, facilidad para el abuso por parte del agresor. Los efectos son intensos pero estas drogas permanecen poco tiempo en el organismo, por lo que detectarlo es complicado si no se actúa con rapidez. 

Con el objetivo de dar todas las recomendaciones disponibles para las víctimas y sus acompañantes, el Consejo General de Enfermería pone a disposición de la población una infografía de uso público. «Los efectos son bastantes inmediatos y si se tiene sensación de pinchazo, hay que advertirlo rápidamente a gente de confianza para que puedan vigilar si se produce una situación de sedación o pérdida de control. Además, antes de que actúe la sustancia, es importante contar si se ha visto a alguien que pudiera ser sospechoso de haber realizado la intromisión a la intimidad de la mujer», profundiza Diego Ayuso, secretario general del CGE. «Muchas veces, cuando la víctima llega a los servicios hospitalarios, la sustancia ya no se detecta en los análisis, así que es muy importante estar atentos a cualquier sensación extraña», apunta Ayuso. 

Aquellos pacientes con algunas patologías asociadas a tratamientos farmacológicos pueden tener reacciones adversas frente a estas sustancias, inyectadas sin consentimiento y sin ningún control. También habría que tener en cuenta otras posibles sustancias que hayan consumido voluntariamente, que, al mezclarse con una nueva dosis de otra droga, la persona podría llegar a sufrir una intoxicación mayor. 

Además, los enfermeros también subrayan que se están utilizando agujas fuera del entorno sanitario, por lo que es posible que no estén desinfectadas o se hayan podido usar con otras personas. Así, dependiendo del estado del material que se está utilizando, la víctima podría llegar a estar expuesta a enfermedades de transmisión sanguínea como el VIH o la hepatitis. 

«Nos encontramos ante una situación que como profesionales de la salud nos produce absoluto terror. Es inconcebible que se estén produciendo este tipo de prácticas, ya sea para llevar a cabo un abuso posterior o simplemente para asustar a las mujeres. Desde las administraciones públicas se debe trabajar con absoluta premura en parar esta problemática, implantar protocolos para ayudar a las víctimas y condenar a los atacantes. En un país civilizado y plural como es España no podemos tolerar estos comportamientos», afirma Pérez Raya.