Abel Veiga

Fragua histórica

Abel Veiga


Dilema vacío

08/08/2021

Que nadie se engañe. A los países ricos nunca les han importado los países pobres. Tal vez la conciencia sí remuerda viejos eriales de historias donde las metrópolis no pueden sentirse muy orgullosas de lo que hicieron. Estos países hoy muchos pobres ya no están colonizados, pero en lo económico las cosas dejan mucho que desear, y han empezado uno tras otros con una guerra de revisionismo y sacar a la luz no pocas barbaridades hechas, sobre todo por Europa en África y algunos países que se jactan de ser la vanguardia de la cultura y las libertades. Pero más allá de esta dialéctica, el hoy, el presente, pasa por la vacunación. 
Algunos países europeos quieren acelerar la vacunación y, sobre todo, ante el avance y letalidad de la variante Delta, inocular ya una tercera dosis para la que la industria farmacéutica no produce tamaña demanda. Mientras, Africa y América Latina tienen unos tantos por cientos de vacunaciones ínfimas, irrisorias si no fuere por la gravedad de la realidad que muchos todavía disfrazan y tratan de mirar hacia otro lado. Es tiempo de estío en la rica Europa y nadie quiere verse privado precisamente de sus vacaciones. Pero en los países pobres este concepto pertenece a una realidad ideal muy dispar. 
El otro protagonista en juego, y cuestionado desde hace mucho, es la organización mundial de la salud que pide, con lógica, priorizar la vacunación en los países más pobres en una estrategia clara de aplacar el virus también en regiones del mundo que van muy por detrás en una lucha inacabada, que no sabemos lo que durará, y en un mundo que cada vez se pierde más el miedo a viajar y querer volver a viejas rutinas. La pregunta es fácil, ¿sirve de algo tres dosis si buena parte de la humanidad no tiene ninguna o solo una? El rebaño llevado a escala planetaria. Pero aquí distan muchos intereses y la liza es manifiesta. Amén del sempiterno ciudadanos de primera y el resto pues me niego a llamar incluso de segunda. 
El negocio de las vacunas, el gran negocio está ahí. Y el mundo lo necesita, pero nadie quiere, de momento, antes de llegar a cifras de beneficio astronómicas, ni oir hablar de liberalizar la patente. Cuando miles de millones de dosis estén creadas, se liberalizará. Antes no, que nadie se llame a engaños. Luego ya vendrán las lavaciones insondables de conciencias y las dádivas a países que siguen arrastrando enormes problemas de pobreza, corrupción, educación, sanidad y, ante todo, la oportunidad de la igualdad. Sí, la oportunidad ya ni siquiera hablo de igualdad. 
El mundo rico ve desde sus cómodas butacas y hamacas la realidad que quiere ver. Esta semana el martes, se nos dieron como cifras oficiales de muertes, repito “oficiales”, por covid, 130 fallecidos. Hace un año esta cifra nos horripilaría simplemente, hoy ni siquiera se le presta atención o se le quiere prestar. Nos hemos instalado en la indiferencia absoluta hacia el virus, hacia su rostro más amargo e indoloramente ante el sufrimiento de otros.  Y no nos cansamos de ver los testimonios de lo único que queremos ver y escuchar, a saber, lo mal que se ha pasado con tanto confinamiento y ahora a vivir y disfrutar, pero muchos de quiénes lo dice no saben lo que es estar en un hospital, en una UCI o en no poder enterrar o despedirse de un ser querido que ha muerto solo.
Vacunas para países pobres? No soñemos. El mundo sigue siendo muy egoísta, con o sin pandemia.