"La música crea vínculos y desarrolla la creatividad"

E.C.B
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Elena Gayo es profesora en la escuela de música Musicamos. Un proyecto que comenzó en el año 2012 y que desde entonces no ha parado de crecer, incluso a pesar de la pandemia, con la idea de continuar evolucionando en un futuro

"La música crea vínculos y desarrolla la creatividad" - Foto: David González

La música siempre ha estado muy presente en la vida de Elena Gayo Cerezo, violinista y profesora en la escuela Musicamos. Nacida en Burgos en 1986, con solo tres años se vino a vivir a Ávila, donde realizó sus estudió en el Colegio Pablo VI y en el Instituto Alonso de Madrigal, es sí compaginándolos desde los 9 años con su formación musical en el Conservatorio Profesional Tomás Luis de Victoria.

«Yo vivía al lado del Conservatorio y siempre que pasaba por allí, con las ventanas abiertas se escuchaba tocar a algún profesor o alumno y a parte mi vecino de arriba era pianista. Antes no había tantas actividades extraescolares como ahora y yo iba a ballet, pero nada más, y mi madre me animó a apuntarme al Conservatorio y con 9 años lo hice», recuerda. Y aunque inicialmente quería estudiar piano, al tratarse de un instrumento muy demandado en aquel momento, finalmente se decantó por el violín, que «también me gustaba bastante, y desde entonces hasta ahora con el violín a cuestas y no me he separado de él», comenta.

Realizó sus estudios de Grado Superior en Salamanca y en un principio su idea era salir al extranjero porque, como comenta, «te abre muchas puertas, pero mi carrera no iba enfocada a tocar en una orquesta o a ser concertista, porque a mí me gustaba la pedagogía y quería dar clase». De en su etapa de formación compaginó sus estudios con las clases a alumnos más pequeños que le proporcionaba su profesor y ahí comenzó su pasión por la enseñanza.

«Acabé los estudios y mi último año de carrera lo compaginé también dando clases en Salamanca en una Escuela de Música privada y fue ahí donde empecé a meter la cabeza en el mundo de la docencia, y me gustaba mucho», señala Elena Gayo, quien apunta que empezó «dando clases de piano y también de violín, aunque con muy poquitos alumnos. Nosotros en el Conservatorio cursamos unos años de piano complementarios por lo que algo de conocimiento tienes y así daba clases de piano muy elemental y luego de violín, y así estuve hasta que me vine a Ávila».

«Es verdad que la música es algo que me ha gustado mucho siempre desde pequeña y de hecho a veces pienso en que si no me hubiera dedicado a la música, mi otra opción hubiera sido la docencia, y de hecho mi camino ha ido por ahí. No me planteo otra cosa, porque me llena enseñar música», comenta. De hecho, no duda en afirmar que «para mí lo es todo. La música es una herramienta que favorece la educación, desarrolla la creatividad, crea vínculo entre las personas y también incluso se usa con fines terapéuticos. Abarca tantas cosas que pienso que qué sería del mundo sin música. Nos levantamos y desde por la mañana estamos escuchando música, es muy importante». Por ello, desde su experiencia y como profesora, se lo recomienda a todo el mundo.

Durante su carrera profesional ha formado parte de diferentes orquestas tanto en Salamanca como en Ávila, pero aunque reconoce que le gusta, lo ve más «como un complemento» y no cree que sea algo que vaya con ella, porque «quería algo más estable».

 

Musicamos.

Pese a que sus años en Salamanca fueron muy positivos, la idea de Elena Gayo siempre fue volver a Ávila. El problema, que «aquí había pocas posibilidades porque estaban el Conservatorio y la Escuela Municipal», comenta. Pero como muchas veces ocurren estas cosas, fue la casualidad la que propició su regreso, ya que según explica, «me encontré un día por la calle con un conocido que es profesor en la Escuela Municipal y me comentó que Elena Delgado quería abrir una escuela y que estaban buscando profesores, y a través de él me puse en contacto con Elena, hicimos una reunión y así empezó todo».

Musicamos empezó «como una escuela de música pequeñita en cuanto a alumnado», recuerda, «y yo al principio iba solamente los viernes, empecé con dos alumnos de violín, y éramos una plantilla muy pequeña de profesores, pero hoy en día ya contamos con unos 12 y hay un poco de todo, clases de cuerda (violín, viola y violonchelo), de viento (flauta travesera, clarinete y saxofón), luego está el piano, la guitarra, canto… y también empezamos con clases de iniciación de 3 a 6 años y luego lo ampliamos ya desde los 0 años, más lenguaje musical. Además tenemos diferentes agrupaciones».

La formación continua también es una seña de identidad del profesorado de Musicamos porque, como dice Elena Gayo, «hay que renovarse o morir». Así, «todos los años hacemos cursos y nos formamos en diferentes pedagogías. Cada profesor trabaja a su manera, pero de una manera coordinada, utilizando las pedagogías Orff, Willems y Gordon, y siempre cogiendo lo que nos parece mejor de cada una», señala, al tiempo que reconoce que su forma de dar clase ha evolucionado durante estos años, porque «los alumnos te enseñan y te guían. Creo que soy una persona empática, que conecta bien con el alumnado, y muy flexible, y siempre me fijo mucho en la evolución del alumno, sus carencias y sus necesidades, en qué sobresale más, para adaptarme a él».

El resultado es «un equipo» que, como indica, «nos llevamos bien y se ve en los conciertos, que es donde damos visibilidad a la escuela, cómo trabajamos y lo que conseguimos».

 

La pandemia.

La escuela de música Musicamos inició su andadura en 2012 y su crecimiento en esos primeros años fue importante, pero en 2020 llegó la pandemia y, como para cualquier trabajador, para Elena Gayo supuso «un reto» como profesora. «Realmente me sorprendí mucho de lo que se puede llegar a hacer», asegura.

Recuerda que «llegó un viernes, acudimos a la escuela y dijimos 'está cerrando todo, qué hacemos'. Hubo una reunión de urgencia y lo primero que se nos ocurrió, viendo lo que se iba a hacer en escuelas de otras ciudades, fue intentar dar las clases online desde casa y me sorprendí muchísimo porque en mi caso funcionaron muy bien», afirma. De hecho, «continué con prácticamente todo mi alumnado, aunque «había días que acababas muy cansada porque tenías que estar muy pendiente de todo, la conexión y que el alumno te entienda, sobre todo los nuevos».

Las clases de instrumentos «funcionaron bien», comenta, pero «el problema fueron las clases con los pequeños, y ahí lo que hicimos fue grabar vídeos con actividades para que ellos en sus ratos con los padres pudieran realizarlas. Fue muy estresante, pero también muy gratificante».

«Esos primeros cuatro o cinco meses los salvamos y luego cuando volvimos íbamos con mucho miedo, no sabíamos si seguir así… pero al final todo se tiene que ir normalizando de alguna manera y había gente que estaba deseando retomar la normalidad y salir de su casa», explica. Así, comenzó a ofrecerse al alumnado las dos opciones, presencial y online, aunque la mayoría se decantó por la primera. «Funcionó bastante bien y de hecho hoy en día seguimos ofreciendo la posibilidad de las clases online», añade.

Echando la vista atrás, Elena Gayo reconoce que «ha sido una experiencia dura, pero hay que sacar la parte positiva de cada cosa y creo que nos ha hecho superar el reto de enfrentarte al alumno desde una pantalla, y hemos aprendido todos». Fueron «momentos difíciles, en los que te tirabas todo el día delante de una pantalla», pero la normalidad ha vuelto poco a poco a las aulas y «aunque al inicio de este curso había todavía algo de miedo, ahora ya veo que todo sigue igual que antes de la pandemia. Lo bueno es que ahora, sobre todo para las clases colectivas, se respeta mucho el hecho de usar la mascarilla y mantener la distancia cuando tienes un catarro. Veo una normalidad absoluta y seguimos igual que antes», subraya.

Además, según indica, «sorprendentemente estamos funcionando incluso mejor que antes de la pandemia. Ya el año pasado la cosa iba bien y este año tenemos más alumnado que hace dos años. Quizás son las ganas de hacer cosas y salir, pero estamos muy contentos por haber podido retomar lo que teníamos e incluso tener más aún. Han sido dos años duros, pero al final de todo se sale, aunque también creo que el esfuerzo de los profesores para salir adelante ha sido grande».

Y aunque mirando al futuro, la idea de Musicamos es «seguir evolucionando lo que haga falta y trabajando como hasta ahora», como reconoce esta profesora de violín, lenguaje musical, iniciación y bebés, la pandemia ha dejado en el camino algún proyecto iniciado con gran esfuerzo e ilusión, como la Orquesta Social, que hace tres años recibió una beca de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán con la que se compraron instrumentos. La idea, como explica Elena Gayo, era «unir a gente inmigrante, con problemas, a través de la música» y con ese objetivo iniciaron los ensayos semanales y «funcionó muy bien, pero vino la pandemia y no pudimos seguir».

Aún así, reconoce que «es algo que está ahí pendiente y que nos gustaría retomar, pero es complicado porque estábamos implicadas tres profesoras en ese momento y no cobrábamos nada. Empezó a llegar mucho alumnado y no dábamos a basto. Al final lo dejamos, pero es algo que está ahí porque la gente venía con mucha ilusión».