«Una ciudad moderna debe ver el deporte como un dinamizador"

A.S.G.
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Director Deportivo del Óbila Club de Basket, miembro fundador del club y maestro de Educación Física en El Barraco, Mauricio Velayos, 'Mauri' para todos, defiende la importancia del deporte como un elemento vital en la sociedad

Mauricio Velayos 'Mauri', en el Lienzo Norte - Foto: David Castro

En su carné de identidad pone que se llama Mauricio, pero nadie le llama así, «ni siquiera cuando se enfadan conmigo». Siempre ha sido Mauri, «tal cual», una de esas personas –43 años– a las que cuesta verlas lejos del deporte. No sólo por afición –desde el CUMCarlos Sastre, una de sus 'casa', hasta el Adolfo Suárez, donde es un seguidor habitual de los encarnados– sino por convicción, dedicación y profesión. Maestro de EducaciónFísica en ElBarraco, es un firme defensor del deporte como un elemento fundamental de la sociedad. «No se puede tener una visión moderna de una ciudad sin contar con el deporte» tiene muy claro una persona cuyo nombre va relacionado con el baloncesto de la ciudad, una disciplina que no fue en la que comenzó –«he practicado mucho fútbol»– pero sí en la que ha dado sus pasos más importantes. Miembro fundador del Óbila Club de Basket, ahora desempeña las labores de Director Deportivo. No le llama ser entrenador. «Nunca puedes decir aquello de que de este agua no beberé, nunca se sabe lo que puede pasar, pero ser entrenador exige plena dedicación y la mía se encuentra en la docencia», que es lo que de verdad le llena. Ahora le ha dado por coger la bicicleta, como si el día tuviera más de 24 horas. «Siempre está el deporte de por medio».

Toda una vida, y lo que le queda, «haciendo deporte», dentro o fuera de un pabellón. Porque Mauri es «un chico de barrio», de la calle Soria de La Toledana, de la vieja escuela, de saltar la valla de un colegio o colarse por los huecos del Isabel de Castilla para echarse lo que ahora se llama una pachanga. «De lo que era un posible acto vandálico hay que sacar la visión positiva. Entonces todas las pistas, fueran las que fueran, tenían su agujero en la verja y aquello que podía verse como algo negativo en realidad tenía su parte positiva. Y es que hacíamos por hacer deporte donde fuera. No se le podían poner puertas al mar».Simplemente querían jugar, hacer deporte. «En realidad se puede decir que aquellos agujeros en la valla eran un buen síntoma. Lo que habría que haber  hecho era abrir las puertas.Los tiempos han cambiado. Ese deporte de barrio, de calle, más espontáneo todavía se encuentra, pero se va perdiendo. Antes había menos actividades organizadas. Ahora las familias tienen otra visión. Hay otras opciones». Se ríe Mauri Velayos cuando lo recuerda. «No conozco pista polideportiva ni colegio de Ávila donde no hayamos jugado».  

Aquellos años eran tiempos de fútbol. «Era lo que más se llevaba.Realmente he practicado mucho más fútbol que baloncesto». Su paso de Cervantes –«las canastas no tenían ni aro»– al Diocesanos tuvo que ver mucho con el cambio. Eso y su altura. Se enganchó al baloncesto. «Hasta hoy» comenta. Un deporte que ahora «forma parte de mi vida profesional y de mi afición. Ahora mismo es complicado verme lejos de ello». Si se habla con Mauri de baloncesto –la charla puede ser larga y provechosa– se habla del Óbila Club de Basket. Como suele decirse, un tipo de la casa.Una casa en la que está para echar una mano. «Si en algún momento no estoy quizás sea porque la cosa vaya bien, porque al final ayudar es lo que hace falta». Con esta frase lo dice todo. Porque por compromiso sigue en el equipo del CUMCarlos Sastre, del que es uno de los miembros fundadores.

«Entonces éramos jugadores y Junta Directiva. Durante un tiempo, porque estaba en Madrid, sólo ejercí de aficionado, pero mi regreso a Ávila coincidió con la llegada de Mangas» otra de esas figuras sin cuya labor es imposible entender el presente del club. Fue así como comenzó otro tipo de labor. «Me pidió echar una mano, sin ningún cargo concreto, simplemente echar una mano y ahí nos volvimos a enganchar». En el Óbila se está por dedicación. «Nadie te obliga.Todos los que han pasado o estamos ahí tenemos nuestro trabajo. O tienes implicación o no lo haces». No hay dinero de por medio. «Te sientes valorado por lo que haces, pero eso no quiere decir que no cueste hacerlo en ocasiones.Hay épocas y épocas.Dentro de un club como el Óbila, con los problemas que ha habido, en ocasiones puede resultar un poco frustrante. A veces es remar contracorriente» señala ante los esfuerzos que requiere mantener un club que reconoce que «en la parte profesional ha llegado a estar desaparecido. Es verdad que en ocasiones tenemos el complejo de que todos los veranos soltamos eso de que viene el lobo... Pero es que en algún momento ha estado a punto de desaparecer. Al final esa implicación de la que hablamos, que  gente menos visible haya tirado del carro es lo que ha sacado esto adelante». Y en un futuro «quizás se pueda ir viendo la luz. Se están dando pasos para ello». Lo que tiene claro es que, si llegara a darse el caso, podría caer el primer equipo, pero nunca la cantera. «Si pasase algo con el primer equipo en un momento dado, los niños tienen que seguir teniendo la opción de practicar baloncesto. La gente que somos del baloncesto no podríamos permitir esa parte desapareciera.Se llamase como se llamase, no puede pasar nunca».El baloncesto para los más pequeños siempre debe estar.

No es sencillo seguir con la cabeza a flote. «No es culpa de nadie en particular. Debemos asumir y aceptar el entorno en el que vivimos y Ávila no es una ciudad fácil en cuanto a recursos económicos. Hay que asumirlo» explica Mauri en un escenario en el que echa en falta cierta mano tendida desde las instituciones. «Es verdad que tienen otras cosas que atender, que somos muchos clubes, que cada uno pedimos lo nuestro, que tenemos nuestras necesidades... Pero hay detalles que serían fáciles de realizar si se tuviera una visión diferente. Si se hablasen las cosas sería mucho más fácil. En ocasiones te complican demasiado» opina. «Si no te pueden dar, que no te quiten» suele decir. Es ayudar a los clubes para ayudar a las familias. Porque para Mauri el deporte merece una atención como un servicio público. «Los servicios públicos son deficitarios.Lo que no se puede pretender es querer ganar dinero con la educación, con la sanidad... Todo lo contrario. Pues con el deporte, con las instalaciones deportivas, debe pasar lo mismo. Si creemos en el deporte de verdad tenemos que asumir que una instalación deportiva sea deficitaria. Si sólo piensas en la visión económica entonces todo se complica. Si hay que pagar por hacer deporte quien lo pueda pagar lo podrá hacer, pero el que no pueda pagar no lo hará. Y las actividades cada vez cuestan más».

Y desde el deporte se construye ciudad y se avanza como sociedad. «Deporte y sociedad están unidos. No se puede tener una visión moderna de una ciudad sin contar con el deporte. Cualquier ciudad moderna, con una visión de progreso y de futuro tiene que ver el deporte como una vía de dinamización» advierte Mauri Velayos. «Las personas que hacen deporte son personas más activas, sociales, asociativas, con capacidad de iniciativa...» Hablando de otro modo, «una ciudad sin deporte es una ciudad de otra época». Aquí no se habla del deporte como competición, sino como inversión social. «Hay que empezar a verlo como una inversión importante.Si no haces el esfuerzo, es que no tienes esa visión de modernidad». Una idea que defiende no sólo como parte de un club como el Óbila Club de Basket, sino también como maestro de Educación Física. Y aquí, también tiene mucho que decir.

«El deporte no es sólo salud o felicidad.El deporte ayuda a los más pequeños a socializar, a adquirir hábitos, horarios, compromisos...Se notan mucho los niños y niñas que hacen deporte de los que no.Es muy importante en el desarrollo de los niños, les ayuda a avanzar en su autonomía, en su confianza, en su formación integral.Quizás mucho más que en otras materias».

Una Educación Física que ha evolucionado, y mucho, con el paso de los años. «La visión ha cambiado, como en otras materias. Los logros ya no son lo importante sino que buscamos que sea una experiencia gratificante.Si se convierte en una frustración para el niño y le creas una situación incómoda lo que hará, como pasa en ocasiones, es odiarlo.Por eso es importante que sea una actividad gratificante.No importan los logros, sino que vea el deporte con buenos ojos».Por eso tiene claro que esta materia debería tener un mayor peso educativo. «En ocasiones es muy poco el horario que tiene respecto a su importancia. ¿Qué pasa con aquellos niños para los que su hora y media de deporte a la semana es la que hacen en el colegio? Es poco, muy poco».