Álvaro Mateos

El Valtravieso

Álvaro Mateos


Antología de despropósitos

19/12/2022

Llegado este momento del mes de diciembre, a punto de despedir el año, suele ser la época en la que acostumbramos a los balances y resúmenes de lo que nos han deparado los doce meses que se van. Un año, sin duda caracterizado por la subida de los precios de los alimentos, la luz, el gas y los combustibles; doce meses en los que la guerra sigue golpeando fuerte en Europa con la invasión de Ucrania por parte de Rusia; un año en el que los países de nuestro entorno van recuperándose económicamente de los efectos de la crisis del coronavirus a un ritmo mejor que el nuestro y un momento en el que las cesiones y regalos del Gobierno al independentismo y a los proetarras hacen temblar al constitucionalismo.
Un año en el que hemos visto un Ejecutivo roto, con dos o tres almas diferenciadas, que ha hecho de la chapuza y la improvisación su forma de legislar, con claros ejemplos en la política de Igualdad, la desmemoria histórica y democrática, con un PSOE al frente, al que «ya no conoce ni la madre que lo parió», más bien, el padre, que no fue otro que Pablo Iglesias (El de verdad). 
«Gobernar España es muy complicado y exige apoyos parlamentarios sólidos: si quieres hacer un buen gobierno, porque si quieres chapucear, yo creo que el PSOE no se puede permitir el lujo de chapucear en un gobierno en un país como España, que lo está pasando muy mal», son reflexiones muy recientes del desaparecido Alfredo Pérez Rubalcaba, quien alertaba de que Podemos llevaba en sus programas permitir referendos de autodeterminación, como los que todo apunta que están por venir. 
Eso mismo lo ha denunciado Alfonso Guerra, un buen grupo de exministros de González, con quienes cenó la pasada semana el expresidente a cara descubierta, sentando doctrina y sin las hipocresías de los barones Page, Vara y Lambán, que dicen una cosa y hacen y permiten la contraria, consintiendo que la sedición desaparezca del Código Penal, se abarate la malversación y se puedan dar instrucciones a los jueces, marcando el ritmo y manoseando el Tribunal Constitucional.    
Un año marcado por los populismos; los mismos que envenenan nuestra querida América Latina, en la que pretenden fomentar la leyenda negra y el odio a nuestra Historia, un populismo que juega con la democracia para alcanzar el poder y luego se sirve del poder para debilitar la democracia, como acabamos de ver en Perú, tras el intento de golpe de Estado de un Castillo que según la candidata de Sumar era «una brizna de esperanza; una oportunidad para la democracia la elección de un presidente que viene de abajo». 
Llegados a este punto, lejos de pintar una imagen catastrofista, esa es la realidad de España y su Gobierno, cuando estamos a punto de empezar una cuesta de enero que se puede empinar un poco más, con el primer recorte a las ayudas del combustible y lo que está por venir. Todo esto nos hace pensar que 2023 será un año de urnas, pero también de protestas y tensión en la calle: «Nos conviene la tensión», ya decía alguien en una célebre entrevista… 
Pero no nos van a amargar la Navidad. Seguiremos felicitándola con todas sus letras, deseando que al menos sean unas fechas para evadirnos, si podemos, de un día a día que empieza a convertirse en una antología del disparate y desastre, solo superados estos con respecto a los anteriores por las temeridades que están por venir.