Darío Juárez Calvo

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Darío Juárez Calvo


Cuenta de Navidad

21/12/2021

Doña Manolita hace cuatro días que colgó el cartel de 'no hay billetes'. A estas alturas, salir en busca del numerito caprichoso supone la idéntica y etérea tarea ilusa con la que Casado hace gárgaras de clorofila cada vez que flota en su cabeza el anhelo de que Ayuso se despierte cada mañana metiendo la pata en sus campañitas por liderar el PP de Madrid. 
Este año, eso de empezar la Navidad tras el puente de Los Santos se le ha quedado grande al Corte Inglés cuando, después de frentear con el gremio farmacéutico una batalla inesperada, no vieron venir que la variante omicron convertiría un test de antígenos en el objeto estrella que fuera capaz de hacer sombra al mismísimo boom del Satisfyer, al de la Thermomix o al del Tamagotchi allá por el 96.
Decir adiós tampoco ha sido una labor sencilla. En apenas una semana, Gonzalito y la Piquer dejaban un poco más huérfana a una patria en la que su más brillante historia contemporánea se marchita a velocidad de vértigo. En el sur se ha dejado de hacer bien el amor desde que no suena el rumore de Raffaella; el burladero de areneros de su musa venteña llora la tinta que César Palacios dejó en su bloc la última tarde que presenció un festejo, mientras por Embajadores ondean banderas castizas en bandadas, arriadas en señal de un duelo torero y señorial por los hermanos Teruel.
Cuando los chiquillos empiecen a pedir el aguinaldo y suenen villancicos y petardos por Tirso la tarde del 24, a Sabina le escocerá el alma viendo cómo se consume en su mano ese whisky on the rocks mientras una foto de Almudena Grandes le pide que le cante De purísima y oro por última vez. Como del firmamento lloverá la amplia factura de ese tequila cabrón que Chavela Vargas presupuestó hace unos días para el recibimiento celestial del que para los tendidos de sol de Pamplona era y seguirá siempre siendo el rey (Vicente Fernández).
Estas navidades serán de esa cuenta que enumera a los que faltan y rinden los que están, entre positivos, relatitos y las cenizas de ese volcán desalmado que ha hecho añicos el corazón de La Palma. Lo del cuento de –esta– Navidad, no se lo cree ni Papá Noel.