Literatura «difícil» que deja la recompensa de un poso

D. Casillas
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La poeta y narradora abulense Laura García de Blas reivindicó en el ciclo 'El Donoso escrutinio' la lectura de «libros difíciles» que enriquecen mucho al lector y que, al mismo tiempo, le exigen que también aporte algo

Con el reto motivador de «la dificultad que supone seleccionar sólo un puñado de libros de entre los muchos que has leído, porque leemos mucho y eso está muy bien», la poeta y narradora abulense Laura García de Blas abrió este martes el programa del año 2023 del ciclo literario 'El Donoso escrutinio', una cita para compartir con el público unos pocos títulos que le han marcado como lectora y también como escritora en la que apostó por «hacer una oda absoluta a los libros difíciles».

Bajo el título de 'El libro más difícil de mundo', su charla en la Biblioteca de la Junta, en esta iniciativa que coordina José María Muñoz, sirvió para celebrar un conjunto de libros «que han sido especialmente dificultosos, pero a los que precisamente por eso guardo un especial cariño», unos títulos que «empiezan siendo difíciles pero acaban siendo satisfactorios, gozosos incluso», y entre los que también se cuentan algunos «con los que empiezas mal y cuesta mucho seguir, y por eso hay que retomar varias veces en diferentes momentos de tu vida porque no es posible a la primera, y cuando vuelves más tarde a ellos encuentras nuevos significados que se te habían escapado, nuevas costuras».

En su charla se centró Laura García de Blas especialmente en los libros que fueron generados por el grupo Oulipo francés, «que yo conocí de adolescente y que fueron para mí un descubrimiento porque estaba muy acostumbrada a novelas con una estructura clásica, pero con ellos me di cuenta de que se podía jugar con la literatura, que podía haber mucho juego tanto en novela como en poesía, que son mis dos géneros».

De entre los integrantes de ese grupo destacó a Italo Calvino, autor de un libro como El barón rampante, «que parece una novelita para adolescentes pero es bien dura», de Una noche de invierno un viajero y también de las últimas conferencias que escribió para Harvard, Seis propuestas para el próximo milenio, pero principalmente de sus novelas y de las de otros autores como Perec, «que también eran muy divertidas pero muy difíciles, como La vida instrucciones de uso y Tentativa de agotamiento de un lugar parisino, que fue mi primer acercamiento al idioma francés».

Ese juego de apostar por la lectura de «libros difíciles», explicó la ponente, lo empezó con «el Ulises de Joyce, y con La tierra baldía de Eliot, que fueron escritos hace cien años pero parecen modernísimos», destacando del primero de ellos que, igual que ha ocurrido a muchos otros lectores, «es el libro que más veces he dejado y al que más veces he tenido que volver, al final lo conseguí y creo que para hacerlo tienes que romper todos tus esquemas».

Hoy, reflexionó la ponente, «estamos en una sociedad en la que la comunicación se ha simplificado excesivamente, consumimos todo muy rápido, también la literatura, también las redes sociales y la información, y así son letras que no nos dejan poso; son tan fáciles de consumir que una vez que las acabas no queda nada de ellas, al contrario que ocurre con los libros difíciles».