El rito del humo purificador y los caballos

E.C.B
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Más de un centenar de jinetes con sus caballos participaron en la noche del lunes, víspera de San Antón, en Las Luminarias de San Bartolomé de Pinares, que recuperaba su mejor versión con cientos de vecinos y visitantes en sus calles

El rito del humo purificador y los caballos - Foto: David Castro

El fuego, el humo purificador y las monturas son elementos unidos indisolublemente en San Bartolomé de Pinares desde hace tres siglos, cuando se cree que nació la tradición de Las Luminarias. Una celebración que convierte cada año a esta localidad en el centro de todas las miradas en la noche de vísperas de San Antón y que en esta ocasión recuperaba la normalidad perdida durante los momentos más duros de la pandemia y a fe que se notó, pues pese a caer en día laborable y a que el tiempo no fue el más favorable, sobre todo por el viento que cubrió de humo las calles, la afluencia de gente a la localidad fue muy notable y no solo de público, sino también de jinetes que, con sus equinos, volvieron a dejar imágenes de gran espectacularidad a su paso entre las llamas de las hogueras situadas en diferentes puntos del municipio.

Cuenta la historia que esta fiesta de fuego nació allá por el siglo XVIII, cuando los lugareños hacían pasar a sus monturas por el fuego purificador que les protegía de enfermedades y desgracias durante el resto del año. Esa creencia popular encontró arraigo en una época en la que la economía de muchas familias dependía en buena medida de esos animales, por su empleo en las labores agrícolas y ganaderas.

En la actualidad, la tradición se mantiene muy viva gracias al esfuerzo de los vecinos de San Bartolomé de Pinares, que la han convertido en una celebración que traspasa fronteras y que atrae a gente de numerosos puntos de la geografía española e incluso del extranjero, y para muestra de ello la presencia este año de unos franceses que quisieron sumarse con sus caballos a esta fiesta y vivir una experiencia inolvidable.

Tras un intenso fin de semana en el que, como es tradición, los vecinos acudieron a recoger los ramos que formarían las hogueras, este lunes por la tarde comenzaron las celebraciones a las siete de la tarde con las vísperas. Dos horas más tarde, con el repicar de las campanas más de un centenar de jinetes y caballos comenzaron a reunirse a la puerta de la casa del párroco para que los animales recibieran su bendición.

Y a partir de ahí, con una mayordoma y dos jurados acompañados por el tamboril y la gaitilla como guías en su camino, comenzaba el momento más esperado, mientras vecinos y visitantes se concentraban a ambos lados de las principales calles de la localidad para presenciar y sacar alguna instantánea con sus teléfonos móviles del paso de los caballos por las hogueras, que eran alimentadas continuamente con escobas y retamas recogidas en el monte. También fueron numerosos los fotógrafos y cámaras que realizaron sus reportajes gráficos y audiovisuales de una fiesta en la que la normalidad y el buen ambiente fueron la tónica dominante.  

Tras el espectacular paso de jinetes y caballos por el fuego durante algo más de hora y media, y una vez que las hogueras fueron perdiendo fuerza, los vecinos comenzaron a reunirse en diferentes grupos en torno a las lumbres para despedir la noche degustando unas ricas carnes, chorizos y morcillas a la brasa.