Ricardo Guerra Sancho

Desde mi torre mudéjar

Ricardo Guerra Sancho


La Lugareja, una romería rememorada

08/06/2022

Poco a poco, lo que fue una aventura periodística, como colaborador antiguo de este querido Diario, se ha convertido en un reto de proporciones estimables.
Verán amigos lectores, aunque en estas páginas no aparece numeración alguna, en mi archivo tengo dada una numeración a esta serie de columnas que con el título genérico de 'Desde mi Torre Mudéjar', cada semana me permiten mantener un estrecho contacto con los lectores. Esta semana es la nº 800, parece mentira.
Y parece que habrá cuerda para rato, cosas de mi ciudad, unas cotidianas, otras de tema histórico y muchas de ellas que pretenden ser un canto a lo valores de mi pequeña ciudad. Unas veces son reflejo de acontecimientos, también otras son pequeñas anécdotas, o inquietudes de este Cronista, pero siempre bajo mi más fiel y leal entender. Yo les llamo los «pálpitos de mi ciudad»…
Toda una experiencia la de acudir semanalmente para plasmar nuestras cosas que puedan despertar alguna curiosidad. Unas veces con los temas acumulados que a veces pierden el tren de la oportunidad, otras semanas al seco, de forma que cuesta arrancar, pero como me dice un amigo mío: tu tienes cuerda para rato… No es cosa de hacer balance, pero me congratula saber los lectores de esta columna y de los sitios a donde llegan por las vías informáticas… es momento de agradecer a tantos seguidores, a los que les gustan los temas que trato, también a los que no les gusta, que no todas las críticas son del agrado de todos, aunque siempre intentan ser constructivas.  
Coincide con este momento el inicio de una serie de artículos, el primero de ellos ha aparecido este pasado lunes, con la figura de San Ignacio de Loyola como protagonista en el V Centenario de la Conversión y el IV de su Beatificación. Todo un reto para este humilde Cronista, porque se trata de divulgar una historia preciosa que ocurrió en la entonces villa de Arévalo al iniciar el siglo XVI, la estancia durante once años de su juventud, cuando ese joven guipuzcoano era Íñigo López de Loyola. Para mí todo un hito como Cronista y como arevalense.
Un nombre el de esta columna, basado en las torres mudéjares que tienen clavadas sus profundas raíces en el ser de esta tierra, mestiza e influenciable, de ahí nació nuestro arte por excelencia, el mudéjar. Y una torre como atalaya desde donde divisar panorámicas, pero también cosas pequeñas, en el horizonte despejado de esta tierra llana. Tengo que manifestar que sigue siendo una gran experiencia, muy gratificante y enriquecedora de la que estoy muy agradecido, porque me permite un contacto especial con mis gentes, es una visita imprescindible.
También en este momento tenemos otro hito, el que da título a estas líneas, el próximo miércoles día 15, tendremos una rememoración de una «romería evocada», en las fechas acostumbradas antes de su desaparición. 
Algún día habrá que escribir de ello, largo y tendido, que hoy no parece momento.
Pero sí lo es para recordar un acontecimiento religioso que fue muy emotivo, que aglutinaba en torno a la devoción popular de esta advocación de Virgen de la Lugareja a mucha gente de esta tierra. Era una romería al uso y costumbres de esta zona, dulzaina y tamboril, la bajada de la imagen de la ermita a la parroquia de Santo Domingo, donde se realizaban los cultos acostumbrados, se recordaba a los cofrades difuntos y después se la regresaba a su ermita, ese impresionante monumento mudéjar de esta comarca, entre músicas y danzas, ancestrales y romeros acompañándola, también esa misa mañanera y la bendición de los campos… todo el ritual acostumbrado por estos lares. Y tarde de meriendas en la alameda del arroyo que corría a sus pies que ya no existe tampoco…
Se trata de un encuentro con tres tiempos. Uno de oración. Otro de visita turística y al final, otro de un bocata, que cada cual tendrá que llevar, el miércoles 15 de junio, entre las 13 y las 15 horas, que es el horario de apertura… Se saldrá a pie desde los Trinitarios a las 12,40, y quien quiera ir en coche, recordar el pequeño aparcamiento en un tramo de la carretera antigua. Es una propuesta de la Parroquia de Santo Domingo de Arévalo y de varias cofradías de la ciudad, a la que se pueden sumar quien lo desee.
Feliz romería, aunque sea rememorada…

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