La normalización del consumo de alcohol en una sociedad que prácticamente no concibe una reunión de amigos si no es alrededor de una caña o de una copa de vino choca frontalmente con los perjuicios devastadores que la depedencia de alcohol tiene no solo sobre quien la padece, también sobre su entorno familiar. En muchas ocasiones son precisamente los más allegados quienes perciben la gravedad del problema antes incluso que el propio enfermo alcohólico, aunque sin el consentimiento y la voluntad del afectado poco puede hacerse por su recuperación. Eso sí, una vez que la persona entra en el programa de apoyo y asistencia terapéutica individual que ofrece el Grupo de Enfermos Alcohólicos Recuperados (Geara), éste también va dirigido a sus familiares más cercanos. «Todos nuestros programas van dirigidos a personas con problemas de alcohol y sus familias con la intención de trabajar la motivación continuada para conseguir la abstinencia de alcohol, que es nuestro objetivo», resalta Maite Martín, trabajadora social y gerente de Geara, que este martes como cada 15 de noviembre conmemora el Día Sin Alcohol.

En lo que va del presente año, 155 pacientes han sido atendidos allí. «En el año 2020 hubo un descenso de personas atendidas debido a la pandemia, pero entre 2021 y 2022 todo lo que no se había aendido entonces ha venido en avalancha, sobre todo en este año en el que nos encontramos», explica Martín, que no duda en que en este 2022 hay un «claro aumento» de peticiones de ayuda por parte de personas alcohólicas que llaman a su puerta en busca de ayuda para romper con esa dependencia. «El aumento de la demanda está en torno a un 35%», cifra Martín.

De los 155 pacientes a los que atiende Geara en este año para ayudarles a salir del alcoholismo, hay una mujer por cada tres hombres. No obstante, se está dando un «claro aumento de la demanda para entrar en tratamiento por parte de mujeres».

La edad media de los 155 enfermos alcohólicos que están recibiendo asistencia y apoyo terapéutico este año es de 42 años, siendo mayoritariamente de origen español. De hecho, aproximadamente un 10% son extranjeros, con nacionalidades diversas que van desde países sudamericanos a Marruecos o Rumanía. 

Entre los cambios que las profesionales de Geara aprecian en el perfil de quienes piden su ayuda para dejar el alcohol está también la dependencia de otras sustancias. «Hemos notado que hay más policonsumo, es decir, los pacientes que acuden a nosotros, sobre todo la gente joven, que vienen muchos, no solo es por problemas con el alcohol, sino que consumen también otro tipo de sustancias», como son las drogas o el tabaco.

nuevos programas. Es precisamente por ello por lo que Geara puso en marcha el pasado año un programa nuevo «con el objetivo de la intervención grupal del tabaquismo para conseguir el abandono y la abstinencia de tabaco para pacientes con problemas de alcohol». En la actualidad, ocho personas están acudiendo beneficiándose de esta iniciativa acudiendo a las terapias grupales. 

Y de cara al próximo año 2023 las profesionales de Geara están ya trabajando para poder estrenar un nuevo programa, denominado Triat, dirigido a la reducción de accidentes de tráfico de personas alcohólicas.

 «Pretendemos dar la mayor respuesta a la demanda que se nos plantea en este momento del nuevo patrón de consumo de alcohol y como lo que queremos es dar un abordaje lo más completo y multidisciplinar posible, hemos ido incluyendo estos nuevos programas», puntualiza Martín.

Ese cambio de patrón implica que el enfermo alcohólico es cada vez más joven, de ahí que hace ya cuatro años se   implementara en Ávila el programa Quirón, en el que la intervención terapéutica que se ofrece desde Geara a quienes pese a rebosar juventud tienen problemas con el alcohol incluya, además de psicoterapia grupal e individual, la participación de otros jóvenes que ya pasaron por esa misma situación y en los que los propios pacientes puedan verse reflejados, que ejercen de mentores «tras haberse formado previamente para ello en Valladolid», precisa. En la actualidad una docena de jóvenes -hasta 35 años de edad- participan en el programa Quirón, que no sería posible sin los dos generosos mentores que colaboran codo con codo con la psicóloga y con la trabajadora social en esa asistencia terapéutica.