Morante, verso suelto entre las figuras

Leticia Ortiz (SPC)
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El de La Puebla sorprende por su atípica campaña, con hierros poco habituales

Morante, verso suelto entre las figuras

Cuando el pasado sábado 7 de agosto las mulillas arrastraban al último toro de Prieto de la Cal en El Puerto de Santa María (Cádiz), la expectación se había tornado en decepción. La gesta de Morante de la Puebla, el cartel de la temporada, no había salido como esperaba el público que en apenas 15 minutos había acabado con el papel el mismo día en el que se comenzaron a vender las entradas para el festejo. Pero el resultado del festejo, nefasto, no empaña -al menos no por completo- la apuesta del cigarrero, comprometido con la Fiesta como hacía tiempo que no se veía a una figura.

Y es que uno de los reproches más habituales que el aficionado lleva años haciendo a los toreros que ocupan los primeros puestos del escalafón es su negativa casi sistemática a salir de eso que se podría llamar zona de confort: mismas ganaderías y mismos actuantes en casi todas las corridas del año. Lo que se traduce en abonos reiterativos feria tras feria, sin alicientes para comprar las entradas, y sin oportunidades para ver a nuevos valores, aquellos que deben coger el testigo de los matadores que están ahora en los carteles. Por supuesto, las figuras están en su derecho, pues se han ganado en el ruedo la posibilidad de elegir dónde y cómo quieren verse anunciados, pero es cierto que en otras épocas de la Fiesta, aquellos que mandaban elegían los toros que iban a lidiar entre un amplio abanico de hierros de distintos encastes, además de anunciarse con jóvenes toreros que llegaban dispuestos a quitarles su puesto.

Precisamente, esa fijación de Morante de la Puebla con la Historia del toreo, con Joselito el Gallo como gran referente, ha tenido mucho que ver en el planteamiento de una atípica temporada por parte del sevillano, el verso suelto entre los diestros punteros. Sin apoderado por decisión propia, el de La Puebla decidió pronto romper los esquemas que se presuponían en torno a él, englobado siempre entre los toreros artistas. Así, pidió el legendario hierro de Miura para Sevilla, su Sevilla. Esa Sevilla que ahora también mira con ojos de enamorada a Pablo Aguado y Juan Ortega. Un trono amenazado para Morante que, a punto de cumplir los 25 años de alternativa, decidió competir con la juventud donde menos se esperaba: eligiendo un hierro atípico en su trayectoria. La pandemia aplazó el serial hispalense, pero la cita sigue en pie para el próximo 3 de octubre.

 

Variedad de encastes

Con la primera sorpresa ya confirmada, surgió otra: el sevillano iba a matar los Santa Coloma de La Quinta en Arles (Francia). A la vez, desde el campo bravo seguían llegando ilusionantes rumores. Fue el periodista Luis Miguel Parrado quien avanzó otros dos hierros elegidos por Morante para compromisos futuros: Prieto de la Cal y Galache. La primera ganadería se cerró para El Puerto, mientras que la otra será lidiada por el cigarrero en Salamanca como escenario por septiembre. Curiosamente, a este se apuntará también El Juli, poco dado últimamente a matar más allá de media docena de ganaderías. ¿Será una señal de que algo está cambiando?

Aún se añadieron más citas de este tipo, alejadas de esa normalidad a la que las figuras habían acostumbrado al público: Huelva (Torrestrella), Calatayud (Ana Romero), Lucena (Murube)... Distintos encastes para salir del sota, caballo y rey de la sangre Domecq impuesta en los últimos lustros para la mayoría de los carteles. Un compromiso con la variedad precisamente en una época en la que los ganaderos, sobre todo aquellos de hierros distintos, lo están pasando muy mal por la reducción de festejos.

Aburrimiento

Faltaba, eso sí, la explicación a esta atípica campaña, más allá de la habitual excentricidad del diestro de La Puebla y a su fijación con el pasado de la Fiesta, con esa obsesión por Joselito El Gallo citada anteriormente. Y la clave se la dio en una entrevista a Vicente Zabala de la Serna en El Mundo. «Me cansa que salga el toro bueno, p’allá, p’acá. Eso lo torea cualquiera. Estoy aburrido de juampedros y garcigrandes. Me cansa el toro bueno», señaló Morante que, incluso, apuntó con decepción a sus compañeros: «Propongo una de Torrestrella y nadie quiere matarla». Pues él sí. Genio y figura.