Desde hace unos meses, el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) detectó que la Sanidad ya superaba al covid entre las preocupaciones de los españoles, y que volvía a estar entre las inquietudes de cabecera de los ciudadanos. ¡Y cómo no! Por la sanidad y la educación pasamos todos. Hace dos años, en plena pandemia, se profundizaba en estas preguntas y los ciudadanos, en su inmensa mayoría (más de 90 de cada cien), consideraban que había que dedicar más recursos económicos, aumentar las plantillas, aumentar la coordinación entre las comunidades autónomas y aumentar las instalaciones y los recursos dedicados a prevenir y abordar pandemias.
Han pasado dos años, y no sé si hay alguien capaz de asegurar que se haya hecho todo lo que los ciudadanos reclamaban. Más bien, cabe la sensación de que ni se ha cumplido con todo lo prometido, ni mucho menos con todo lo esperado.
Camino de superar ya la pandemia que nos ha tocado vivir en este siglo XXI, y confiando que no haya ningún repunte que vuelva a poner en jaque a la población (y que no sé cómo seríamos capaces de afrontarlo), se vuelve a hablar mucho de la Sanidad, y de cómo hay que ir construyendo la atención del futuro. Teniendo en cuenta que la española, en concreto la pública, está reconocida como una de las top, caben menos complacencias ni relajaciones para no perder posiciones. Hay que seguir apostando por la ciencia como uno de los grandes desafíos de este tiempo. 
En nuestra Comunidad, Sacyl parece haber marcado un nuevo ritmo, al menos en palabras y habrá que ir viendo si se convierte en realidades, aunque algunas carencias son, a corto plazo, difícilmente superables, como la escasez de profesionales sanitarios. En este sentido hay que preguntarse si es momento de pensar en la apertura de nuevas facultades y si nuestra Comunidad está preparada para ello. Algunas universidades, como la Católica de Ávila, comprometidas con el área sociosanitario, han enseñado la patita en alguna ocasión.
Al margen de eso, hay convicción de que la era postpandemia impulsará un punto de inflexión de la organización y el servicio de atención sanitaria, y será una oportunidad para que la Primaria y Especializada de Ávila marquen hitos y planeen una estrategia a largo plazo teniendo en cuenta el servicio que se va a tener que prestar a los ciudadanos en los próximos diez o doce años. Cabe un voto de confianza en el consejero, pero desde luego no se nos pasa por alto que el viceconsejero García Cruces, abulense, va a tener muy presente a la Sanidad de esta provincia tras volver a puestos clave en Sanidad después de haber palpado en estos difíciles años las dificultades sobre el terreno.
Es hora de mirar hacia adelante, impulsar responsables que tengan una visión adaptada a las necesidades y realidades de este tiempo para que Ávila esté a la altura de las circunstancias y recupere parte del tiempo perdido estos años de atrás, y el retraso acumulado. Hay proyectos en marcha, básicos, a los que habría que haber dado salida ya hace tiempo, y que parecen haber encontrado, ahora sí, la velocidad de crucero que hacía falta. Pero no hay que olvidar que hay que mirar un poco más allá, y por lo tanto hay que dejar de lado revanchismos y cosas raras que no hacen sino entorpecer el servicio que hay que prestar al ciudadano.