Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Temerario

04/02/2022

La duda no es baladí: ¿Quién tiene más fortaleza en estos momentos, el PP nacional o el PP de Castilla y León? ¿Quién aporta mayor cosecha de votos de la derecha, Pablo Casado o Alfonso Fernández Mañueco? ¿Mimetizarse en el líder nacional aporta o resta votos al candidato popular en estas elecciones autonómicas? Los estrategas del Partido Popular creen que confrontando con Pedro Sánchez obtendrá mejor resultado Fernández Mañueco en las elecciones del 13-F y consideran que el triunfo, que dan por seguro, fortalecerá por añadidura la figura del líder nacional.
Uno carece de datos para conocer el acierto o el error de la apuesta, pero le anima el presentimiento de que Mañueco no necesita emular a Casado. Mañueco proyectaba hasta ahora la imagen de hombre mesurado, retraído en favor del vicepresidente Igea, a quien se vio obligado a ceder el protagonismo mediático de la Junta como pago al apoyo recibido en la investidura. Contaba además con una gestión aceptable de la pandemia, que no es decir poco, pragmático en la crisis y reconocido por sus ponderados gestos de colaboración interinstitucional. Todo ese capital lo ha dilapidado, ya no cuenta por ocultado. Su nuevo afán consiste en emular a otros territorios en la afrenta contra Pedro Sánchez y hacer de la queja ante el Ejecutivo central bastión de asalto al gobierno autonómico. Pablo Casado, en su calidad de líder nacional del PP, adquiere de esta forma una notoriedad que desdibuja la imagen del candidato de su partido a la Junta. El problema es que Casado últimamente parece gafado con su exposición pública. Rodearse de ovejas y cerdos ocupa espacios informativos y evita el protagonismo de cuestiones más peligrosas, pero no parece asunto que mueva votos indecisos. Que Aznar cuestione la capacidad ejecutiva de quien aspira a llegar a la Moncloa tampoco beneficia. Y que la presidenta de la Comisión Europea afee la conducta de quien trata de evitar la llegada de fondos comunitarios a su propio país, une la descalificación al bochorno. Ha sido una semana aciaga para Casado. Tal vez resulte temerario para Mañueco encadenar su suerte a una disputa nacional en la que nada se juega.