Editorial

Una EPA con más sombras que luces, que augura un otoño difícil

DAV
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La Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre del año concluye que la ocupación de los españoles aumentó por encima de los 77.000 trabajadores, si bien el sector público es el que acaparó la mayor parte con 52.300 ocupados más. La EPA también refleja que los empleados aumentan un 2,57%, mientras que el paro tiende a crecer y la tasa se sitúa en el 12,67%.

Sin profundizar en la provincia abulense, donde la estadística es especialmente perjudicial, estos datos no son nada halagüeños. Históricamente la EPA registró descensos acusados del desempleo en el tercer trimestre de cada año, salvo en pandemia, ya que coincide con la temporada turística de verano -de julio a septiembre-, donde la ocupación aumenta y el paro disminuye. Sin embargo, en 2022 esta tendencia se truncó, si bien los incrementos de desempleados no fueron dramáticos.

La afiliación a la Seguridad Social marca récords con la cifra más elevada desde el año 2008, con 20,5 millones de  trabajadores dados de alta en el registro. Este dato sirve al Gobierno para asegurar que la situación es de «absoluta normalidad», según Yolanda Díaz, ministra de Trabajo. El argumento esgrimido es que más personas se lanzaron al mercado en busca de un empleo, lo que causa esos incrementos tanto en parados como en ocupados.

La EPA del tercer trimestre comienza a reflejar la desaceleración del mercado laboral en el conjunto del país. Todos los expertos vaticinan un parón de la economía debido a la inflación y la guerra en Ucrania, pero todavía sus efectos no se hacen demasiado patentes en el mercado laboral -¡qué será cuando comiencen a manifestarse de forma rotunda!-. Los datos interanuales todavía son positivos, lo que significa que la tendencia aún no ha variado. La EPA del cuarto trimestre de este año y la del primer trimestre de 2023 desvelarán si hay cambio de tendencia y comienza a aumentar el desempleo y a descender la ocupación.

De momento, el Gobierno está relativamente tranquilo, mientras que los agentes sociales comienzan a alertar sobre la que se nos viene encima. Ni una postura ni otra reflejan la actualidad, pero lo verdaderamente preocupante es que la creación de empleo se empieza a desacelerarse. Hay que recordar que si España crece por debajo del dos por ciento, la creación de empleo es prácticamente nula.

Si todo esto lo aderezamos con la estadística provincial, en la que se contemplan 800 parados menos que el trimestre anterior, pero con una acumulación de 1.300 en el último año, y la peor tasa de desempleo de Castilla y León -más de cuatro puntos por encima de la media regional-, es para que las alarmas se hagan sonar. Y sobre todo, que se apliquen políticas desde las administraciones que corrijan los desequilibrios para hacer converger los datos autonómicos.