Para la Hermandad del Santísimo Cristo de las Batallas a la alegría de volver a salir en procesión tras dos años sin poder hacerlo debido a la pandemia se sumaba el hecho de que en este 2022 conmemora el 70 aniversario de su fundación, así es que la mejor forma de celebrarlo fue cumplir con la tradición del Miércoles Santo y acompañar a su imagen titular -la talla moderna, de 1963- en un recorrido que partió puntual a las once de la noche de la iglesia de San Pedro y volvió a discurrir en un ambiente de recogimiento y devoción. Numeroso público acudió a la procesión, flanqueándola a ambos lados de la plaza de Santa Teresa y del paseo del Rastro, aunque no faltaron fieles, turistas y abulenses en ningún punto del recorrido, marcado por la austeridad propia de la Semana Santa castellana. 

Las velas que portaban los hermanos iluminaban la noche de Ávila, en la que solo se escuchaba el sonido de las esquilas, tan característico de la procesión de Las Batallas, y a ratos sobrios toques de tambor que iban marcando el paso, lento y acompasado, invitando a la devoción interior. El paso de la imagen era anunciado por las cornetas, también en consonancia con el ambiente solemne y devoto de una procesión en la que la única nota de color fue el rojo de la cruz de guía y el de las flores que engalanaban el paso  del Santísimo Cristo de las Batallas.

Los cofrades, vestidos con túnica y capuchón negro con detalles en rojo, por momentos se confundían con la oscuridad de la noche de Ávila, en la que no faltaron hermanos que en esta vuelta a las calles procesionaron descalzos, haciendo así su particular estación de penitencia, algunos incluso con los pies encadenados, que abrían la comitiva procesional. Hasta tres de ellos portaron a cuestas pesadas cruces de madera, igual que hizo Cristo en el camino hacia el calvario, que es precisamente el momento que recuerda la talla moderna del Santísimo Cristo de las Batallas. Quince minutos antes de la medianoche, la imagen cruzaba el Arco del Rastro, iniciando así la parte del recorrido procesional que discurría intramuros hacia el Mercado Chico, desde donde se dirigió hacia el Arco de la Catedral para salir del recinto amurallado y descender por la calle San Segundo, de vuelta hacia la iglesia de San Pedro.