Jesús Guil Redondo

Más menos

Jesús Guil Redondo


Más Vox y menos hipocresía

24/05/2022

No se alarme el lector por el título de este artículo, pues con él solo pretendo justificar los resultados electorales en Castilla y León y su posterior Gobierno de Coalición. Creo que no es preciso afirmar que ideológicamente estoy muy lejos de esta formación política, Vox. Aunque algunos de sus postulados me suenan a música celestial. Sin ir más lejos, su defensa de nuestra querida España y sus ataques a los nacionalistas e independentistas y golpistas catalanes, y a los terroristas y filo-terroristas, como dicen ellos, vascos. Pues ello, me encandila en demasía.

Los resultados electorales en nuestra, también querida, comunidad, no han dejado lugar para las dudas. Ya se sabe: "El pueblo ha hablado". La derrota del PSOE y en general de lo que llaman la izquierda es muy clara y significativa y resulta llamativo el cambio de tendencia electoral. En las anteriores sí gano el PSOE, pero no pudo gobernar por la imposición que sufrió Ciudadanos, con Igea al frente, de no formar parte de un gobierno con el PSOE. Ya que este, o mejor dicho Sánchez no aceptó la invitación de Rivera para un pacto a nivel nacional. Cuánto daño ha hecho a España el nefasto eslogan de noche electoral: "Con Rivera NO". Pero no resulta de extrañar, ya que Sánchez escogió rechazar radicalmente la invitación de Rajoy y optar por el acuerdo con golpistas y herederos de terroristas, razón por la que fue despojado del cargo de secretario general por el Comité federal de su partido. Su vuelta, al triunfar en unas segundas primarias, (en alguna ocasión hablaremos de los males de la sacrosanta militancia), produjo una trasformación radical del PSOE, que influyó en todo el espectro constitucional de España.

Una vez apuntadas estas consideraciones, solo cabía la posibilidad de un pacto PP y Vox. Y he aquí que surge el llamado "cordón sanitario" a Vox. Pero este significa, amén de injusto y poco democrático, condenar a los ciudadanos castellanos y leoneses a unas nuevas elecciones hasta que el PSOE y sus acólitos consigan sacar mayoría suficiente. Al parecer su gran pecado es ser un partido de extrema derecha. Pero en el arco político las ideologías van de izquierda a derecha y algunas formaciones tiene que ocupar le extremo derecho como otras ocupan el extremo izquierdo. Este último lo ocupa Podemos. Partido este, que nace del movimiento "15 M" de la Puerta del Sol, con la ayuda del sátrapa venezolano Maduro y de las subvenciones que le dio al ínclito Monedero. A este el apellido le viene que ni "pintao". Y nacieron también de sus rodeos al Congreso de los Diputados al grito de "no nos representan". Con Pablo Iglesias en el Congreso ya sí les representan. Vamos que no había democracia hasta que no llego a la política él 'coletas'. También nacieron de hacer "scratches" al bebe de 15 días de la entonces vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáez de Santamaría. Los muy sinvergüenzas lo llamaban jarabe medicinal. Pero cuando el schatcher se hacía el mega chalet en La Navata de Iglesias y de la cajera (perdón, Ministra) Montero (la que siempre iba a vivir en Carabanchel al lado de sus obreros porque ella no pertenece a la casta), entonces la cosa ya es muy grave. Me temo que muchos de los votos que acoge Vox viene producido por el rechazo que despierta en parte de la ciudadanía la formación de Podemos.

Se acusa a Vox de ser anticonstitucional, lo que es injusto por el mero hecho de no estar de acuerdo con algunos aspectos de la Carta Magna. Yo tampoco estoy de acuerdo con el nefasto título VIII de la Constitución, el que regula las Comunidades Autónomas y a las que no puso límites. Y por ello, cuando menos, se debería intentar que el proceso de centrifugación autonómico se modere e incluso en algunos aspectos se pueda invertir; fueros fiscales, policías autonómicas, gestión penitenciaria, etcétera. El calificativo de anti constitucional debería reservarse para aquellas formaciones que quieren romper la carta Magna, por la fuerza o al menos por mecanismos ilegales. En ese sentido, sin duda son los independentistas catalanes los que merecerían esa denominación. Nadie puede escandalizarse por los posibles pactos entre PP y Vox. Entran dentro de la lógica y no implican ninguna unión espuria. Todo lo contrario ocurre con el Gobierno de Sánchez. La alianza PSOE con los golpistas catalanes o con los independentistas vascos constituye un amancebamiento contra natura. No debemos descarta que el resultado en nuestra comunidad se pueda repetir en otras comunidades en las que no cuenten con partidos nacionalistas o regionalistas.