Ester Bueno

Las múltiples imágenes

Ester Bueno


Empatía

06/11/2021

«Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos».
Vivimos tiempos turbulentos y difíciles porque cada siglo desarrolla los suyos, cada generación se enfrenta a vientos de desastre, de agonía social, que llegan a límites de huracán tropical en ciertos momentos sin explicación científica posible, sólo por conjugarse los factores del capricho de los elementos y hacerse con las riendas de lo que sentimos, de cómo somos como colectivo.
El problema no es exactamente que esto ocurra, sino que los humanos, a los que se nos presupone inteligentes y pensantes, somos incapaces de aprender de lo que erraron nuestros antepasados, más bien nuestros ancestros, y recaemos en lo mismo, en las mismas cuestiones dolorosas que nos hacen fracaso, que nos hacen fallidos.
La evolución de los sentimientos es la asignatura pendiente que nos atañe a todos, evolución en un sentido de persona a persona, de mirar al de al lado, de intentar, al menos, no hacer un daño gratuito o de tratar de facilitar con un gesto sencillo las cosas cotidianas. Lo infame de pasar por un campo lleno de margaritas y no tener cuidado con preservar su mínima belleza en el latido efímero de flor de temporada. Y es que no nos enseñan que pertenecemos a ese tipo de flores, nos educan pensando que seremos eternos, por eso nos sorprende de manera tan cruel el mundo de la muerte, cuando ya no hay remedio, cuando de lo más frágil se desprende el hálito final que nos devuelve al aire, al oxígeno líquido del cosmos.
Indefectiblemente y como en cada época, las palabras juegan su papel importante, palabras que pretenden, en su formal necesidad de ser vehículo, atrapar el concepto de lo necesario. Las palabras de moda recorren los periódicos y campan sin respeto por los telediarios y por los escritos de las redes sociales. Y casi todos se doblegan a su poder sonante y ambicioso, atesorando los millones de frases que pierden su sentido de tanto repetirlas. Los signos, las palabras, nos hacen colectivo y nos ayudan a coser el miedo y las dificultades, con ellas despertamos a la vida y con ellas amamos y reímos, lloramos, desestabilizamos a los otros, odiamos y aliviamos nuestras culpas. Las palabras son los sentimientos, si prostituimos las palabras ya no quedará nada más que la cerrada y fría soledad.
Enseñar las palabras con su preciso y clave contenido, con sus secretos y su alevosía, es dotarnos también  de las herramientas necesarias para solucionar la brecha de errores adquiridos y que heredarán los que continúen, sean hijos o no de nuestra sangre. Ofrecer sentimientos con palabras, con signos, dotarnos de palabras para ponernos, de verdad, de vez en cuando, en el lugar del otro. Y hablando de palabras y de modas, empatizar no es solamente ponerte en el lugar del que te gusta mucho,  del que piensa contigo, sino más bien el ser capaz de situarte con suficiente y máximo respeto donde aquellas personas con las que tienes cero afinidad y cuyos planteamientos están en disonancia.
Si cada generación tiene un desastre, un cataclismo, un campo de batalla, una derrota, seguro que hay «palabras - sentimiento» que bien utilizadas limarán al menos la vida cotidiana y nos harán mejores y más cuerdos en el pasar por el jardín tardío, que dura siempre poco y que nos hace quedar en el olvido en dos generaciones a lo sumo.

ARCHIVADO EN: Huracán