Abel Veiga

Fragua histórica

Abel Veiga


Argumentos de ida y vuelta

25/10/2022

La política, como todo, no está exenta de buenas dosis de oportunismo. Según el viento que sople a los intereses de las cúpulas, pero preñados de cierto realismo. Otra cuestión son la sombra de los cuchillos, siempre afilados, que se lo digan a la dimitida Liz Truss y el esperpento o vodevil que vive ahora mismo la política inglesa y sobre todo, los conservadores. Y no hay mal que por bien no venga dirá todavía un ofuscado Boris Johnson.
Hemos escuchado muchas veces a algún partido que debe gobernar la lista más votada, la mayoritaria en votos. Pero el juego electoral y, por extensión, el sistema democrático abriga múltiples combinaciones. Entre ellas el pacto bilateral o múltiple. Denostar el pacto y con ello, la cultura del pacto, hace un flaco favor al sistema político. Las mayorías absolutas tienen sus inercias, también sus derivas. El tiempo erosiona el vigor, pero antes la ilusión. Saber ilusionar, cambiar, girar, pero sobre todo estar atento a las demandas de la sociedad y el ciudadano en particular son, sin duda, el mejor antídoto ante aquéllos males.
Políticos, todavía aspirantes a líderes, no se cansan en decir una cosa y la otra, pero tratando de proyectar su imagen en todo y para todo. A alguno le costó el puesto en la oposición. No importa el frente. Ya sea en Bruselas o Berlín buscando una foto amiga bajo el slogan de estar listo para gobernar, ya sea hablando del descubrimiento de América y volver a pretéritos tiempos que, sin embargo acomplejan a muchos españoles, ya sea, ante la vecindad real de elecciones donde muchos se juegan el todo o nada amén de desaparecer.  Y sabiendo lo difícil que es que un partido hoy gane para gobernar sin lastres. 
Si como es presumible nadie obtiene claras mayorías, algo que habría que analizar muy conscientemente después de más de tres décadas, los escenarios deberían mutar, amén de los discursos. Bienvenidos a la cultura del pacto aunque sea interesado pues no hay otra vía. 
Ahora bien, ¿y en los ayuntamientos? Aquí radica la debilidad interesada del postulado nuevo. Sí para las autonomías, no para los ayuntamientos, donde debe gobernar la lista más votada sabiendo como sabe el partido popular que no pocos ayuntamientos, algunos de referencia, se quedaron a unos puñados de miles de votos para la mayoría absoluta hace tres años y medios y tuvieron que dejar paso a coaliciones o pactos de gobernabilidad de otras fuerzas, algo por lo demás, perfectamente legítimo pese a los gritos y gestos de cara a la galería. Lo bueno es que, cuatro años después, nosotros los ciudadanos juzgaremos la gestión y refrendaremos o penalizaremos lo hecho. No la coalición sino lo hecho. Que media un abismo.
La pregunta es ¿se contradicen lo partidos cuando llega el ciclo electoral o juegan sin embargo al interés propio y oportunista como en el fondo hacen todos aun a resquemor de no ser coherentes y desdecirse para el caso? Es la política que se hace en nuestro país. Conviene no sorprenderse, pues hace extraños compañeros de cama.