Jesús Guil Redondo

Más menos

Jesús Guil Redondo


Más salarios, menos beneficios

25/10/2022

Al inicio del verano, cuando llega la hora de las contrataciones de personal para la campaña estival, saltó a la palestra la noticia de que la hostelería no encontraba trabajadores para la temporada. Y al parecer también ocurría lo mismo en la construcción y en el campo. Lo que resulta paradójico en una economía que tiene tres millones de parados. A ello respondió la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz,  a los empresarios: «suban los salarios». Por supuesto que rápidamente salieron los acólitos de Garamendi diciendo que la respuesta ministerial era muy simplista. Cierto es que los trabajos manuales están infravalorados y, por lo mismo, peor retribuidos. Todo el mundo quiere ser celador, conserje o funcionario de las muchas administraciones que hay en este conglomerado actual. Es más, y con la multitud de Universidades que hay ahora. Un ejemplo, en Madrid hay 16 universidades y 16 centros asimilados a universidades. La gente quiere ser abogado, ingeniero, médico o por lo menos empleado de una oficina. Hemos creado un número mayor de titulados de los que la sociedad necesita. Pero en parte la ministra tiene razón cuando les espeta a los empresarios que suban los salarios. Lo que es posible en muchos casos, en los que el empresario obtenga un abultado excedente empresarial ya que la contrapartida será exclusivamente la obtención de menores beneficios. Lo que resulta muy viable en sectores como la hostelería y la construcción que no están sometidos a ninguna competencia externa. Y más aún, tratándose de oficios muy duros, con jornadas prolongadas e irregulares y con mucha estacionalidad y con poca seguridad laboral. No hay nada que impida la subida de salarios en la hostelería o en la construcción, como no sea el deseo de los empresarios de contar con una mano de obra barata y cautiva. Luego la primera solución sería la reducción de los beneficios empresariales.
Otra segunda solución sería subir los precios. En principio no tendría que haber inconveniente en que los empresarios subiesen los salarios, simplemente subiendo los precios. De hecho esto último ya lo están haciendo muchos. Pues con el mismo número de empleados se produce lo mismo con lo que no se produce la reducción del excedente empresarial. La productividad puede incrementarse aún produciendo lo mismo si los precios de venta se incrementan. Vamos, que los salarios podrían aumentar si lo hacen al mismo tiempo los precios. Lo que se trata es de producir más. Pero estamos hablando de un aumento de la productividad en términos monetarios, no en términos reales. Se podría pensar que esto aumentaría la inflación pero no olvidemos que esta inflación que sufrimos no viene de la demanda sino por un shock de la oferta. No son los salarios los que están provocando la inflación, sino todo los contrario, son los que la sufren. Y por ello no es de extrañar que este otoño que nos viene se produzca  una guerra de precios y salarios con su consiguiente afectación a empresarios y trabajadores. Estos últimos no van a poder asumir el deterioro de su poder adquisitivo con esta tasa de inflación.