José Alberto Novoa Nieto

Ágora

José Alberto Novoa Nieto


Alea iacta est

19/03/2023

A menos de cien días de las elecciones municipales se van conociendo las distintas candidaturas que concurrirán a la próxima cita electoral del 28 de mayo en Ávila, y cómo las maquinarias de los partidos van poniendo en marcha sus estrategias.
Una vez más las derechas abulenses aparecen fragmentadas. Si en 2019 fueron cinco los partidos situados a ese lado del espectro político: PP, Ciudadanos, Vox, UPyD y Por Ávila. En ésta ocasión la oferta electoral conservadora se repite, a excepción de la disuelta UPyD.
No ocurre lo mismo en la izquierda. Si en 2019 los partidos situados a ese lado del tablero político eran PSOE, IU, Podemos, Trato Ciudadano y (quizá) Ávila Libre de Peajes, tras el descalabro que sufrieron todos menos uno, en ésta ocasión la oferta se concentra en PSOE y la coalición IU-Podemos. Algo se ha aprendido en el ámbito más progresista de la ciudad. Tiene toda su lógica.
Para comprender esta evolución en la izquierda abulense hay que remontarse a algunos datos que lo explican con bastante claridad.
En las elecciones municipales de 2015, cuando asistíamos al momento álgido de Podemos a nivel nacional y la marca Trato Ciudadano se convirtió en su referencia blanca en Ávila, éste partido nuevo consiguió unos resultados importantes: 2.989 votos y 3 concejales.
Por su parte, IU, que llevaba presente en el Ayuntamiento de Ávila desde el año 1.991, de forma ininterrumpida, cosechó unos resultados, en los límites habituales, de 2.906 votos y también 3 concejales. Es decir, dos fuerzas políticas a la izquierda del PSOE acumularon casi 6.000 votos.
La fragmentación electoral de la izquierda en 2019 dejó al Ayuntamiento de Ávila sin la oposición municipal con la que siempre se había caracterizado a la izquierda transformadora, puesto que entre las cuatro candidaturas a la izquierda del PSOE se repartieron menos de 2.900 votos, quedando todas ellas sin representación en el consistorio.
Tiene todo el sentido considerar que la aspiración electoral, en estas elecciones del 28 de mayo, que debe mover a la coalición IU-Podemos, que ha aprendido la lección, se sitúa en una potencialidad de voto equivalente a la de 2015: aproximadamente 6.000 votantes. Pero sin olvidar que los automatismos en política no existen y que han pasado cuatro años sin una izquierda comprometida con la ciudad que siempre hizo una labor de oposición constructiva, muy reconocible y reconocida, incluso por sus adversarios políticos.
Además, como en procesos electorales anteriores hay que considerar el factor sorpresa que pueda aportar la novedad de este año. Si en 2011 fue UPyD, en 2015 Trato Ciudadano y en 2019 Por Ávila, en 2023 lo es Nuestra Tierra. Siguiendo la lógica de las convocatorias anteriores, a la novedad no le va mal en Ávila. La pregunta es: ¿de qué nicho de voto, más o menos tradicional, se nutrirá esta nueva candidatura?
La respuesta la obtendremos en la noche electoral, pero entre tanto, hay otros elementos a considerar que pueden contribuir al éxito de la izquierda transformadora abulense y a la recuperación de espacio y presencia institucional, incluso para ser determinantes y alternativa de gobierno en la nueva corporación.
En primer lugar, el natural desgaste del equipo de gobierno municipal que traerá consigo la pérdida de votos a Por Ávila y la desaparición de Ciudadanos, por el reparto de voto en la derecha. En segundo lugar, la duda razonable de si el PSOE abulense aspira a ser llave de gobierno, incluso con peores resultados, o si pretende ser alternativa progresista junto a la coalición a su izquierda.
Por otro lado, se da la circunstancia de que los grandes partidos, PP y PSOE, quieran afrontar la campaña electoral como una pulsión previa de las elecciones generales que se celebrarán en diciembre. Debe huirse de ésta pretensión que desvía la atención sobre lo importante, porque lo que le interesa al abulense es su ciudad y los problemas locales. Además, es la primera vez que se celebran elecciones municipales al margen de unas autonómicas, por lo que es esencial centrar el debate, los mensajes y las propuestas en el ámbito local.
La suerte está echada. Queda conocer los programas electorales y que los abulenses decidan el destino de su ciudad y de sus vidas en ella: revivir o seguir muriendo.