Una historia de amor que se basa en la armonía

I.Camarero Jiménez
-

El abulense y embajador mundial del jamón, Florencio Sanchidrián, volvió a su tierra para presentar la añada 2017 del Pata Negra Extremadura acompañada con cuatro vinos de la bodega Emilio Moro ante prensa nacional especializada

Una historia de amor que se basa en la armonía - Foto: David Castro

Poco a poco  la pandemia va a menos y la organización de eventos a más. También en Ávila. Un hecho que ha permitido el regreso en su papel -si me permiten- estelar, de Florencio Sanchidrián a su casa. Abulense de pro y a la sazón Embajador Mundial del Jamón Ibérico, tuvo a bien retornar a su casa y a uno de los negocios que comparte con su primo Benjamín Rodríguez, El Rincón del Jabugo, para presumir del producto que abandera pero también de la ciudad que ama y lo hizo ante una veintena de periodistas nacionales especializados (en gastronomía y turismo) haciéndose acompañar de otro grande, las Bodegas Emilio Moro.

Hecha la presentación comenzaba la puesta en escena de Sanchidrián y de su compañero, Javier Moro, (tercera generación de la bodega Emilio Moro) ante el especializado público. Está claro que a Florencio le encanta, le maravilla ese papel en el que se siente un privilegiado pues le ha permitido viajar por todo el mundo con un producto tan nuestro como es el jamón ibérico.  Lleva como nadie esa marca España a lo largo de los miles de kilómetros que es capaz de hacer al año y poco a poco en este 2021 ha comenzado a coger velocidad. Este lunes en el comedor del Rincón del Jabugo la expectación se palpaba en el ambiente, el silencio sepulcral fue un hecho hasta que Florencio se enfrentó a un jamón con el que presentó la añada 2017 del Pata Negra Extremadura, un 100% ibérico Navarrentino en armonía con la uva de la D.O. Ribera del Duero.

Era el comienzo de «una historia de amor» la que empezaba a contar el abulense ante el «respetuoso» auditorio. Nada es al azar, la puesta en escena estaba trabajada y la representación se puede decir que se dividió en cuatro actos. Un gran jamón siempre es un manjar, pero no toda la pieza sabe igual: «Acariciado por uno, deseado por todos» ‘recitaba’ Sanchidrián. Se trataba de avanzar de menos a más, de coger velocidad aquí también, de empezar por lo más sencillo hasta llegar a la cumbre. Primero la maza principal, «con la pezuña hacia el cielo», así fue cortando platos para la prensa al tiempo que un Polvorete de Emilio Moro iba haciéndose hueco en la primera de las cuatro copas. 

Una propuesta para abrir boca; después llegó la babilla, luego el jarrete y después la punta maridado con un ecológico de Emilio Moro bautizado como La Felisa 2019 en honor a la ‘madre’ de Javier Moro, fresco, joven... Tras ellos llegó el Malleolus 2018, con el jarrete; y la punta, con  Valderramiro 2016. Éste último procedente del célebre pago homónimo plantado en 1924, el más antiguo de la bodega.

Una gran representación en la que aprender de colores, de sabores, de texturas, de detalles y, de nuevo -si me permiten-, de cómo trasladar el amor por la tierra de un abulense que sin duda tiene una gran historia con Ávila y que sabe contarlo. Desde luego a Javier Moro ya le tenía convencido antes de empezar su exhibición, la que además preludió una comida en El Rincón del Jabugo a base de buenos y grandes productos abulenses: revolconas, cabrito...