Mariano de la Puente

Percepciones

Mariano de la Puente


Modas peligrosas

19/03/2023

China quiere ser un referente en el mundo a la altura de Estados Unidos y parece que ha avanzado mucho desde principios de siglo XXI. China está de moda. Un nuevo orden mundial está surgiendo y Estados Unidos y China quieren llevar la voz cantante. Hay abundante literatura sobre el tema, y son recomendables el libro China, de Henry Kissinger y artículos como el aparecido en El Real Instituto Elcano, firmado por Enrique Feás: «La guerra tecnológica EEUU China y sus efectos sobre Europa».
¿Permitirán EEUU y China que Europa tenga algo que decir? Lo dudamos, y más aún por el silencio interesado de los asiáticos y su apoyo a la actitud rusa sobre sus «antiguas colonias» lo que debilita a Europa. Occidente, con EEUU a la cabeza esta buscando una salida. La globalización ha tocado fondo y el bienestar europeo protegido por el gendarme americano toca a su fin, pues Estados Unidos no quieren gastar más, eso sí, no renuncian a dirigir Europa.
Tiempo habrá de hablar de EEUU, cuyas elecciones serán en un año, pero hoy el protagonista es China pues se mueve con rapidez. 
Kissinger tras una conversación con Jiang Zemin, presidente de China hasta 2003, calculó que costaría setenta y ocho generaciones llevar al socialismo a la perfección, eso es la friolera de 2000 años. Pero China no está dispuesta a esperar tanto y se ha puesto manos a la obra.
Jiang Zemin fue el introductor de la llamada economía de mercado socialista. Mejoró las relaciones con el exterior, pero mantuvo un duro control interno. El que fuera Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, en su libro China se planteó una serie de valoraciones como: ¿era China socio o adversario? ¿El futuro sería de colaboración o confrontación? ¿Estados Unidos debía propagar la democracia en China o colaborar para crear un mundo más pacífico? 
Todo esto se escribió en 2011 pero creemos que las cosas han ido por otros derroteros, y no a mejor precisamente. China busca un mayor protagonismo en el teatro mundial, y todas las acciones maniobras y anuncios se nos antoja que van en ese sentido. Equipararse a Estados Unidos y liderar el bloque antioccidental.
La teoría de los tres mundos de Mao está pasando a mejor vida. En el primer mundo situaba a EEUU y la Unión Soviética. Hoy ese mundo ha desaparecido una vez que la Unión Soviética se desintegró. Rusia no se resigna a un papel menor, como demuestran sus acciones respecto a los países que algún día estuvieron en su órbita y especialmente sangrante es el caso de Ucrania.
Xi Jinping acaba de iniciar su tercer mandado, aclamado unánimemente en los que parece más una monarquía que una república. Y tan es así que incluso acaba de nombrar como primer ministro a Li Qiang, un duro, como demuestra el férreo control de confinamiento sobre Sanghái, ¿Su sucesor? En esas satrapías es difícil hacer planes, pero la unanimidad de todo el Comité Central, 356 miembros, da alas a Xi. Sólo Mao estuvo más tiempo en el poder.
De momento los chinos están poniendo mucha carne en el asador: ayudan a Rusia, pero dicen que no; amenazan a Taiwán, aunque manifiestan que la anexión no será violenta; aumentan el presupuesto militar hasta 220.000 millones de dólares, aunque es la cuarta parte del presupuesto de EEUU.
Parece que han iniciado el camino pretendido lo que está convirtiendo al mundo en algo más inestable aún, si cabe. 
Kissinger propició que China fuera reconocida en el mundo occidental. Eran otros tiempos. Los mandatarios actuales de Estados Unidos y los futuros no parece que infundan mucha confianza. Los Demócratas con un presidente octogenario y cayendo en popularidad. Los Republicanos Trump y DeSantis a cual más radical. ¿Cómo puede decir Trump que si llega de nuevo a la presidencia acabaría con la guerra de Ucrania en 24 horas? No queremos ni pensar el método que usaría.
Finaliza Kissinger su libro recordando el ensayo de Kant, La paz perpetua. Escribía el filósofo que, «aún en plena guerra ha de haber cierta confianza en la conciencia del enemigo», y de no darse y realizar una guerra de exterminio, se perseguiría el aniquilamiento total, lo que hace imposible una paz perpetua, que sólo llegaría al mundo «por medio de las ideas humanas» o «por conflictos y catástrofes que no dejasen otra alternativa». 
El exterminio es acabar del todo con algo, lo que llamaríamos el estilo Putin aplicado en Siria, Chechenia y ahora Ucrania. 
Parece que el ser humano siempre elige lo peor al creer que la única paz perpetua es la de los cementerios.
La disuasión parece inservible. Los tratados son papel mojado y los fracasos nos llevan a una estrategia que acaba en destrucción de lo que se pretende defender, nuestra civilización tal como la entendemos. Mañana se ven Xi y Putin.
Hoy Ucrania, ¿mañana?