José Guillermo Buenadicha Sánchez

De la rabia y de la idea

José Guillermo Buenadicha Sánchez


Lo importante, lo urgente, lo necesario

26/11/2021

—¿Sabes que llevamos desde 1984 sin hermanarnos con nadie?
—¿Con nadie? Pero si desde hace dos años estamos hermanados con los naranjas aquí y estamos trabajando como locos para ver si nos volvemos a hermanar en Valladolid con nuestros antiguos hermanos…
—Calla, calla, no mentes a Pucela que lo mismo se nos estropean los planes. Que no, hombre, que yo me refiero a un hermanamiento entre ciudades. Parece ser que ya lo estamos con una francesa, Villanueva surnosequé…
—Oye, pues podríamos hermanarnos con Segovia, que nos pilla aquí al lado y tienen buen cochinillo.
—¿Los segovianos? Ni en sueños. Nos pisan los turistas y encima se llevaron el AVE. No, yo estaba pensando en algo más lejano.
—¿Cuenca?
—Más, hombre, más. En el extranjero, me refiero. Que esto de los hermanamientos une culturas y continentes. No lo digo yo, ojo; lo acabo de ver en Google. La oposición no podría rechazarlo: posibles inversores y miles de nuevos turistas que se acercarían a conocernos. Aunque yo no he ido nunca de vacaciones a la Villanueva esa, ahora que lo pienso…
—Pues no es mala idea, andamos un poco faltos de saraos y festejos. Con lo bien que nos quedó lo del hijo predilecto al futbolista de la bandera, ¿a que sí? ¡Cuántas fotos nos hicimos! Y la ceremonia de nombramiento del Cronista, ¡vaya llenazo! ¡Con maceros y policías de gala!
—¿Y de dónde sacamos una ciudad extranjera para hermanarnos? Eso debe de ser difícil de encontrar, ¿no?
—Pues ni idea, déjame que piense… ¡Ya sé! Vienen unos mexicanos en diciembre, a un concierto a la Catedral. ¿No será al festival ese «El Avileño» que hemos organizado?
—«El Avileño» no, «El Abulense», que te lías; como «Abvlensis» ya estaba cogido recuerda que tuvimos que ser creativos con el nombre. No, estos vienen a un festival de órgano, creo. No es mala idea, a ver de dónde son… sí, vienen de Morelia. Según Google (qué haríamos sin Google) está en Michoacán. Ah, pero pone que ya están hermanados con Madrigal de las Altas Torres.
—Podrán hermanarse con más, digo yo… México, eso suena bien, son muy locuaces y también echan pimentón a la comida, como nosotros… ¿Y por qué con Madrigal?
—Parece que el primer obispo de allá, Vasco de Quiroga, nació en el pueblo morañego.
—¡Qué casualidad, nosotros tenemos un instituto que se llama igual!
—No hombre, no; el nuestro es de Euskadi también, pero es de la Zarza, no Quiroga.
—Bueno, da igual, la cosa es que sea de Ávila, qué más da provincia o capital.
—Pero sí tenemos una calle que se llama así. Además, si vienen a algo de órganos, nosotros tenemos muchos. Suena a buena propuesta, ¡la llevamos de forma urgente a comisión y a pleno! Supongo que lo suyo es ir a firmar allí, ¿no? Así nos montamos un viajecillo exprés, como el año pasado cuando fuimos a Roma a ver al Papa a que arreglase lo de los bomberos. De paso nos llevamos al Cronista, para que registre el histórico evento. Luego ellos que vengan e inauguren alguna rotonda, y si es en diciembre los invitamos a correr la carrera del Pavo, que cumple 35 ediciones.
—No sé yo si esa es una buena idea… ¡Anda, mira! En Google pone que Morelia se llamó durante varios siglos Valladolid…
—¡Calla, calla, no mentes a Pucela que lo mismo se nos estropean los planes!