Re-visión de la capital abulense

D. Casillas
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Miguel Ángel Jiménez Manteca expone en el Episcopio un conjunto de 45 plumillas en las que retrata la ciudad desde perspectivas nuevas y reivindicado que hay mucho más patrimonio que sólo la Muralla

Re-visión de la capital abulense

Miguel Ángel Jiménez Manteca, uno de esos estupendos pintores que ha dado la ciudad de Ávila, dueño de un estilo reconocible en el que a través de perfecciones formales y sutilezas igualmente agradecibles sabe decir más de lo que parece que dice, ha vuelto a la sala subterránea del Episcopio (donde a principios de 2020 colgó una magnífica colección de músicos callejeros) para compartir con el público de su ciudad su excelente hacer en una técnica diferente, la de las plumillas.

Para esta nueva cita ha elegido Jiménez Manteca 45 plumillas de exquisita factura, dueñas en su concepción y en su ejecución de una originalidad interesante porque permite redescubrir de alguna manera lo retratado, que tienen como 'trama argumental' la celebración de la riqueza patrimonial de la ciudad de Ávila más allá de la Muralla, porque, explica el artista, «aunque el monumento más conocido es muy importante, hay otros muchos que pueden serlo igualmente».

Sin olvidar la Muralla, a la que dedica alguna obra, la exposición, a la que ha titulado '87 torreones,  ofrece un recorrido por monumentos y rincones de la capital abulense que además de poseer una indudable belleza tienen para el artista un significado especial que quiere compartir: iglesias, palacios, calles, puertas...

A la exactitud en la reproducción de todos y cada uno de los detalles del monumento elegido, que ya sería suficiente valor artístico, suma Jiménez Manteca otros detalles que enriquecen cada obra, uno de los cuales es la decisión de añadir algún color a esas obras a las que la técnica de la plumilla condenaría si no al mero blanco y negro, tonalidades que elige habitualmente en función «de las características de la piedra de esos monumentos», y a las que da el toque personal de no situar esos azules, amarillos, rojos o verdes exactamente donde correspondería, sino que los saca un poco de contexto regalando a cada pieza una nueva y pequeña originalidad.

Se agradece también que en ocasiones apueste por una diríamos 'sinécdoque plástica', un tomar la parte por el todo para que un detalle sirva para narrar la intensidad de un conjunto, cosa que por ejemplo hace cuando para retratar la iglesia de San Pedro lo consiga reproduciendo únicamente ese rosetón románico que es seña de identidad del templo.

Otras veces esa original mirada que hace de la ciudad la consigue apostando por perspectivas nuevas en las que parece, aunque no lo sea, que el protagonismo lo comparte con un elemento aleatorio, que es lo que hace cuando lleva al papel la iglesia de Santiago pero enmarca el monumento en el arabesco que crea el hierro retorcido de la barandilla del Paseo del Rastro desde la que se ve perfectamente ese templo.

huir del tópico. En esencia, resume Jiménez Manteca, todas esas apuestas por hacer unas plumillas que proclamen de la belleza de Ávila intentando crear miradas nuevas son un intento por «capturar y compartir lo más significativo de cada monumento, buscando huir de posibles miradas tópicas a través de puntos de vista diferentes».

Y para que el mensaje que transmite sea mayor, cada una esas plumillas va acompañada por un texto escrito en prosa poética en el que el propio pintor agranda el retrato plástico «intentando completar la imagen con la palabra para que así transmitir mejor los sentimientos que la ciudad de Ávila me inspira».

La exposición puede visitarse hasta el día 30 de marzo, de martes a viernes de 19,00 a 21,00 horas, sábados y festivos de 12,00 a 14,00 y de 19,00 a 21,00 horas, y domingos solamente de 12,00 a 14,00.