Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Agricultores 5.0

03/06/2022

Donde hay regadío hay vida. Son palabras del consejero de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, Suárez Quiñones, pronunciadas en la inauguración del Congreso Nacional de Regantes que se celebra en León, con la participación de un millar de representantes de las doscientas comunidades que hay en España. El encuentro será clausurado hoy viernes por el ministro de Agricultura, Luis Planas.
El encuentro ha transcendido por primera vez el ámbito agrícola y ha suscitado la atención, sino el interés, de la población urbana. La guerra de Ucrania y sus consecuencias sobre la escasez y precios de productos de primera necesidad ha despertado del letargo urbanita la conciencia de muchos ciudadanos que tradicionalmente han menospreciado el conocimiento de algo tan básico como la producción de los alimentos que consumimos. Se cumple el aforismo, la obviedad, de despreciar cuanto se ignora. Algunos de los participantes pidieron llevar a la escuela conocimientos básicos para que los niños sepan que la leche sale de las vacas, del forraje y de los piensos, y no del cartón de tetrabrik.
El Congreso ha puesto también de relieve el enorme avance que se está registrando en la implantación de nuevas técnicas de riego. Muchos ciudadanos desconocen, por ejemplo, que desde hace años en muchas zonas de Castilla y León se riega a través de la programación del móvil, ajustando la cantidad de agua utilizada a la necesidad del cultivo. El Congreso de la Digitalización: telecontrol, aplicaciones informáticas, imágenes termográficas y drones al servicio del mejor uso del agua. Así fue definido por la organización, la Comunidad de Barrios de Luna. Hablar de regadío, por lo tanto, es tratar también de sostenibilidad, de protección del medio ambiente, de riqueza en zonas con riesgo de despoblación. Aún queda mucho camino por recorrer. En Castilla y León se cultivan medio millón de hectáreas y el riego solo alcanza el 13%.
Suele decirse que no hay mal que por bien no venga. Y a riesgo de ser tachado de frívolo, es evidente que la guerra y la pandemia han provocado que el mundo agrícola alcance en estos momentos la notoriedad social que tradicionalmente se le ha negado.