Begoña Ruiz

Reloj de arena

Begoña Ruiz


Los libros y Nebrija

10/04/2022

Abril es el mes de los libros. Celebramos que Cervantes escribiera el Quijote y otros grandes autores otras bellísimas obras, pero ¿quién dio categoría a nuestra lengua para que se la considerara adecuada para la literatura u otras ciencias? 
Antiguamente, los grandes autores publicaban sus obras en latín, estudio indispensable para una persona culta, por eso cuando Nebrija sacó a la luz, en 1481,  'Introductiones Latinae', un manual para que la gente aprendiera y perfeccionara el latín, llegó a ser un bestseller del que se vendieron más de mil copias de la primera edición.  Así su autor consiguió gran prestigio en la corte y entre los intelectuales y dijo orgulloso: "io fue el primero que abrí tienda de lengua latina".
Hoy día se conoce a Nebrija, principalmente por su 'Gramática Castellana' publicada en 1492 y esta es su obra más importante y rompedora. Sin embargo, sus contemporáneos intelectuales le criticaron por la osadía de codificar una lengua vulgar y ponerla a la altura de una clásica. Se ganó tantos enemigos que cuando regresó a la Universidad Salamanca en 1513 para optar a la Cátedra de Gramática Latina, cuyo examen se basaba en su libro 'Introductiones Latinae', le suspendieron. ¡Paradoja incomprensible! No es de extrañar que dijera que a Salamanca no volvería "ni en cenizas", a pesar de haber estudiado allí y haber sido profesor, anteriormente.
La gramática Castellana supuso un descalabro profesional, un fracaso de fama y ventas. Solo hubo una edición y tuvieron que pasar más de doscientos cincuenta años para que se volviera a imprimir.
En tiempos de Franco salió del olvido por ese afán de recordar el pasado imperial, que armonizaba con la frase del prólogo: «La lengua es la compañera del imperio». Una manipulación más de la dictadura, ya que el autor publicó ese prólogo tres meses antes de que Colón descubriera América y por entonces no había WhatsApp para avisar de que ya estaba llegando al lugar que creían las Indias.
Es verdad que esta gramática sirvió para enseñar español por el reino de los Reyes Católicos, donde se hablaban diferentes variantes, por el extranjero y, posteriormente, por las tierras conquistadas, pero ese no fue su primer objetivo. Quizás nunca sabremos por qué este sabio latinista dedicó su tiempo y su ingenio a una lengua vulgar como era el castellano, aunque si miramos la cronología podemos elucubrar algunas hipótesis. 
Después del éxito de las 'Introductiones Latinae', la reina Isabel le propuso, en 1488, que escribiera una edición bilingüe, latín-castellano, de la misma para que las «mujeres sobre todo monjas, y aquellas que no tuvieran trato e conocimiento de varón» pudieran ser autodidactas y así acceder al latín, y por consiguiente a toda la cultura, sin ayuda de hombres. (A lo largo de los siglos se ha intentado mantener a las mujeres en la ignorancia, por entonces se oía el refrán «ni moza adivina, ni mujer latina»). Gracias a la reina y al lingüista, las que no conocieron varón, tuvieron la suerte de conocer la cultura.
Nebrija aclaró que hizo esta tarea porque se lo pidió la reina: pero «no me pareció materia en la que yo pudiera ganar honra… Fue trabajo de pocos días y allí más usé oficio de intérprete que de autor». En conclusión: poca cosa para él.
Sin embargo, según José Gómez Asencio precisamente el trabajo de traducir la gramática del latín al castellano debió dar a Nebrija la idea de hacer una gramática castellana. El humanista resulta un gran innovador. Fue el primero en dar a una lengua bárbara la dignidad de ser estudiada como las clásicas.
Años después, Nebrija inspiró a otros colegas de diferentes países. Se hicieron gramáticas del francés, del italiano, del quechua, del aimara... Gracias a él y a su ejemplo se han recopilado idiomas que habrían caído en el olvido porque se les consideraba bárbaros, peregrinos o vulgares como le ocurrió al castellano en el siglo XV.
Esta obra ha sido transcendental y este hombre también, para eso se conmemora en el 2022 el quinto centenario de su muerte. Pero "Nebrija vive", como decía mi profesor en la facultad, José Gómez Asencio, fallecido recientemente y al que desde aquí quiero agradecer sus enseñanzas y su pasión por la lengua.