Editorial

Avanzar en la peatonalización dando necesarias alternativas

Diario de Ávila
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Para minimizar el uso del automóvil hay que ofrecer alternativas válidas y cómodas de movilidad para abulenses y turistas

El Ayuntamiento de Ávila ha comenzado a trabajar, con un margen de tiempo suficiente para poder cumplir el plazo establecido por el Gobierno central para que todas las ciudades de más de 50.000 habitantes establezcan en sus cascos urbanos la denominadas Zonas de Bajas Emisiones, en el Plan de Movilidad Urbana Sostenible 2030, una iniciativa en parte necesaria y en parte obligatoria por ley que fijará una serie de cambios urbanísticos para reducir al mínimo el uso de los vehículos a motor en ciertos lugares considerados estratégicos.

En Ávila, como no podía ser de otra forma, el ámbito urbano que definirá esa Zona de Bajas Emisiones se concentrará en el casco histórico y algunas áreas aledañas, un cambio que parece que no será drástico ya que en realidad significará la continuidad, con afán ya posiblemente definitivo, del proyecto de eliminar la circulación rodada en la zona intramuros que se puso en marcha hace muchos años y que se ha concretado en peatonalización de algunas calles, semipeatonalización de otras y restricciones puntuales en alguna más.

Es de suponer que superadas las fuertes reticencias que marcaron aquellas primeras peatonalizaciones que sacaron los coches del itinerario que unía el Mercado Grande con el Mercado Chico (calles Don Gerónimo, Alemania y Duque de Alba), posturas en contra que hoy parece increíble que tuviesen lugar, la ciudadanía abulense aceptará con agrado esa 'humanización' del casco histórico de la ciudad, siempre y cuando las cosas se hagan con lógica y con el diálogo que sea necesario.

Cierto es que reducir al mínimo el uso del coche, especialmente en la zona intramuros y aledaños, es en principio acertada, tanto como que la utilización de los vehículos a motor sigue siendo necesaria en muchos casos (sobre todo por trabajo o por residir en ese espacio) y que hay que saber conjugar la apuesta por la peatonalización con no caer en el error de convertir al coche en un enemigo radical.

Se están dando aún los primeros pasos y aún queda mucho por decidir y por definir, un avance de la teoría a la práctica en el que parece que hay tiempo más que suficiente para hacer las cosas lo mejor posible, con diálogo y sin precipitaciones, y por eso hay que mirar al proyecto con la tranquilidad que merece y sin perder nunca de vista el hecho de que para minimizar el uso del automóvil –que hasta hace no mucho tiempo nos animaron a usarlo en demasía, y parece que hasta ahora no hemos visto la incongruencia– hay que ofrecer alternativas válidas y cómodas de movilidad para abulenses y turistas: escaleras mecánicas, mejor transporte público, aparcamientos disuasorios fáciles de usar... De lo contrario, si la mirada se queda tan pobre que sólo apuesta por penalizar o imposibilitar la quizás mala costumbre del vehículo propio, es posible que la mejora que se proyecta no encuentre la aprobación mayoritaria de la ciudadanía con la que no cabe duda de que debe contar.