"Aprendí español en el Teodorillo, un bar de Vallespín"

I.Camarero Jiménez
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Gilles Verguin recaló en Ávila en 1969 para estudiar español y aquí conoció a la que es su mujer; en 1974 volvió y trabajó como encuestador y profesor de francés y hoy, ya jubilado, regresa con asiduidad a la ciudad de la que se enamoró

"Aprendí español en el Teodorillo, un bar de Vallespín" - Foto: David Castro

Gilles Verguin (Lissac, Francia, 1952) estudió castellano en la infancia, quería completar lo aprendido en la escuela y sus padres se esforzaron para darle lo que ansiaba. Tenía varias opciones, pero Ávila (como Toledo, entre otras) fue una de ellas. Le llamaba la atención lo que aquí podía descubrir y se vino, una gran decisión porque aquí encontró una tierra a la que amar, pero sobre todo halló a la mujer de su vida, a María José González Míguez, abulense de pro y la mejor de sus compañeras en la vida. 

Ahora, ya jubilados pasan largas temporadas en Ávila y los viajes hasta aquí son frecuentes, pero sorprendentemente más los de Gilles que los de su mujer. Aquí tienen su propia casa y un elenco espectacular de amigos, de los de toda la vida, pero también nuevos, y además muchos de ellos jóvenes, inquietos y a los que están ligados por el mundo de la viticultura y la gastronomía. 

Gilles recaló en Ávila en el año 1969, lo hizo amparado por la familia Cardalliaguet: en su casa de la calle Vallespín le acogieron en su primer desembarco. Nuestro protagonista no tenía ni siquiera la mayoría de edad, pero se enamoró de España y en un rincón de Ávila, lo hizo también de María José. Bueno realmente fue en la piscina junto al Arturo Duperier. Y es que el vino en verano: «Mientras el hombre pisaba la luna yo estaba descubriendo Ávila». 

Pasó un primer periodo aquí. Divertido, porque lo es, reconoce que gran parte del español que aprendió entonces y que hoy habla a la perfección, incluidos tacos (que usa con conocimiento de causa), lo adquirió en los bares «es como mejor se aprende». 

Fue, relata «con un grupo de jóvenes de mi edad y en el Teodorillo», un bar mítico, una tasca de toda la vida en la calle Vallespín que tristemente cerró hace años, pero que recuerda con especial cariño «esos vinos en jarra de barro que la teñían de un modo...». 

Sus ‘amigos’ castellanizaron su nombre: de Gilles a Gil y de ahí a... los diminutivos que «yo creía afectivos y que mi profesor decía que se usaban mucho en Ávila, así que ... de Gil, gilipollas». No tardó en darse cuenta Gilles de la ‘gracia’ así que lo adoptó para su extenso vocabulario y desde luego sin ningún tipo de rencor.

 

¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza sobre Ávila?

Los amigos. 

¿Qué es lo que más le gusta de Ávila?

El conjunto monumental de la ciudad empezando por Las Murallas, el cielo tan cristalino en verano y hasta el ambiente tan especial de los días de riguroso invierno ...

¿Y lo que menos?

 Tener que sortear muy a menudo los chicles abandonados en las calles. 

Un lugar de la ciudad para perderse

No es tan fácil perderse por Ávila! ... siguiendo el río Adaja un paseo desde el Soto hasta el Molino de la Losa...

Un recuerdo de su infancia (en este caso juventud).

El reparto de la leche y el pan por las callejuelas del casco antiguo a lomo de burro ! 

Un personaje abulense que le haya marcado.

Clavelina Miguez Barreiro, maestra en el colegio La Aneja a mediados del siglo pasado , por su especial apertura de espíritu y el trato exquisito que manaba sin reservas de su persona. Era mi suegra. 

El mayor cambio que necesita Ávila es...

... es intentar revitalizar la actividad comercial en el centro ciudad.

Tiene que mantener.

... su dimensión «humana» .

¿Qué le parece la ciudad hoy en día?

Tal vez excesivamente dependiente del turismo lo que, a mi modo de ver, la hace vulnerable económicamente.

¿Cómo ve la ciudad en el futuro?

¿Y si el futuro de Ávila fuera la apuesta por la economía digital? Las nuevas tecnologías no necesitan de grandes infraestructuras pero la calidad de vida abulense es un incentivo no desdeñable... ¡Déjenme soñar!

¿Qué puede aportar usted a la ciudad?

Muy modestamente darla a conocer mejor en todos los lugares donde me llevan mis pasos.