Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Historia negra: Cid lésbico

05/12/2021

El muchacho miraba la pantalla y quedaba admirado, «aprendiendo» de la «historia» la importancia de la raza negra que había reinado en Inglaterra... Lástima que tales proezas solo fueran quimeras y penicilina patética de neopuritanas maneras. Y es que había visto la película sobre Ana Bolena, primera mujer en recibir un marquesado hereditario, (Pembroke), antes de desposarse con Enrique VIII y perder la cabeza... Negra mancha en la historia inglesa, una más, o mejor, habrá que decir «oscura», que no haya para nadie ofensa. La actriz es de raza negra y muestra la locura de una norteamericana tendencia: nueva Inquisición y sistema de censuras que tergiversándolo todo impera. También hemos visto cine histórico donde la mentira se desarrolla según las maneras del que fantasea, cierto, en otras muchas cuestiones, y es gran pena. Hacer un trabajo de fantasía sobre un hecho histórico debería llevar a aprender y no tanto a engañar con nuestras creencias que «creemos son buenas y ciertas». Reacios al racismo somos, pues la humanidad hermanada es lo que cuenta, pero no creo que estos excesos logren el respeto que se espera, pues lo falso no ayuda apenas. Pena que también vemos en una película sobre la reina María de Escocia, otra decapitada: el embajador inglés de raza negra. Imposible en aquellos tiempos, racistas: así eran. Había en las cortes algunos de otras razas como criados o «rarezas» pero no con cargos de tanta eminencia.
Una de las grandezas de París es que acoge como propios a los que en sus calles se asientan y prosperan en ciencias, artes o letras, como Picasso, que para muchos francés pareciera. Para luchar contra el racismo, incluye Francia en el Panteón de hombres ilustres a una cabaretera, bailarina norteamericana, que combatió en la Resistencia. La Venus negra, aunque fuera divertida y lisonjera ¿tiene la misma relevancia que Rousseau, Voltaire, Hugo, Zola? Marie Curie, esa mujer científica de origen polaco, se lo ganó, sin duda. Los actores de cada época en poco tiempo se olvidan. Tal vez sería mejor esperar a que alguien lo mereciera como gran referencia y no solo por rellenar los huecos de las razas, como si entre casillas tuviésemos que repartir cuotas femeninas, raciales, ¿religiosas?
Mamita buscó entonces a ver si habían hecho algo para que el niño aprendiera más historias, aunque fuesen mentiras ciertas, pues la doctrina de esta nueva pseudoreligión pacata es la que impera. Tal vez el protagonista, el emperador Carlos V de Alemania y I de España, fuese polinesio y, ¿un Hitler negro? No, que ese era muy malo), o el mío Cid chino, que también es una minoría... ¿por qué no? No, no, mejor un trans o una mujer lesbiana: ¡el Cid lésbico! Para que los niños la historia relean. Ni con Stalin intentaron tales proezas. Perdemos la cabeza.

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