Tumbas y necrópolis se abren como nuevo atractivo turístico

P.R.
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Las tumbas excavadas en roca suponen una oportunidad que debería ser aprovechada por los ayuntamientos de los municipios donde se encuentran

Tumbas y necrópolis se abren como nuevo atractivo turístico

Las  tumbas excavadas en roca constituyen un potencial muy interesante de cara a ponerlas en valor con el fin de que puedan ser visitadas de cara al turismo. Todas están en lugares con buenos paisajes, muy aptas para disfrutar de la Historia y de la Naturaleza conjuntamente, por tanto tiene grandes posibilidades. Ahora que todo se organiza mediante rutas, crear rutas relacionadas con ello puede ser de un gran atractivo. En ese caso es necesario señalizarlas y explicarlas debidamente para que la ruta cumpla con  las expectativas necesarias, comenta el arqueólogo territorial, Francisco Fabián. «Los ayuntamientos tienen en su mano llevar a cabo iniciativas. Pero hay que pedirlos que se dejen aconsejar y que lo que hagan sean productos de muy buena calidad, para que se difunda y para que prestigie la oferta. Si se hace algo, debe ser con la mejor calidad o no hacerlo, aspirando al máximo», sostiene el arqueólogo territorial, quien reconoce que poner en valor estos lugares no constituye una acción en principio peligrosa, «porque no hay nada que expoliar. Se puede destruir algo, puede haber gamberrismo, pero será residual, porque estando en plena naturaleza, quien las va a ver suele ser gente muy entusiasta y respetuosa. Otra cosa son los yacimientos de habitación o necrópolis con tumbas de otra tipo. Ahí el riesgo de furtivismo es una gran preocupación siempre, porque cada vez hay más gente con detectores de metales que se mueven por el campo a su albedrío, dado que no se puede poner un guarda en cada yacimiento, es inviable».  

Las tumbas excavadas en la roca las hay en la mayor parte de la península Ibérica ligadas, como es lógico a lugares donde hay roca. Fue una costumbre muy extendida en zonas donde había roca. 

En Ávila, como en todas partes, hay que distinguir entre necrópolis y tumbas aisladas, que no deben considerarse necrópolis. Por necrópolis debemos entender un cementerio en el que se da sepultura a una población, por tanto en ellas hay un determinado número de tumbas, que se ocuparían previsiblemente más de una vez a lo largo de un tiempo, el tiempo que esa población está ocupando un determinado lugar y convierte a un sitio en su cementerio. Con esa consideración puede decirse que necrópolis como tales hay localizadas en Ávila hay tres (Sanchicorto, Navaluenga, San Juan del Olmo y Hoyocasero/Navalosa y quizá también en Martiherrero). Hay que decir de ellas que no son grandes cementerios, son solo agrupaciones de tumbas, en todos los casos sin el orden de un cementerio de los de nuestro tiempo cuyo número de tumbas puede estar entre 10 y 20. El resto de los casos son tumbas dispersas en el campo o en el monte compuestas de un número entre una y cuatro tumbas que aparecen en lugares de diversa índole, desde sitios que no suponen ningún protagonismo en el paisaje, hasta otros que han querido que el lugar elegido lo tenga, excavando en una roca bien visible la tumba. En algunos casos aparecen en la inmediatez de un centro de culto, con lo cual debemos entender que en esos casos –que no eran todos- no estaban solas en el campo, sino asociadas a un templo. 

En Ávila el número de tumbas  asiladas podría estar en torno a medio centenar de casos.

Las de un tipo y las de otro, unas veces con mejor factura que otras, son excavaciones en el granito con las medidas del difunto, que luego quedaban cubiertas por una losa o losas y selladas con cal o barro. En ellas se introducía al difunto, seguramente que envuelto en un sudario, sin ataúd. No hay constancia de que tuvieran alguna señal externa, monumental que las identificara 

Suelen ser de dos tipos: en forma de bañera, es decir un rectángulo con esquinas redondeadas o de forma más o menos trapezoidal marcando el lugar de la cabeza, bien sea muy visiblemente o mediante un pequeño resalte dejado en la roca. También se da con frecuencia el tipo de tumba doble en que se excava en la roca un hueco más grande para que allí puedan caber dos personas, previsiblemente un matrimonio. En estos casos a cada uno se le talla también en la roca, aunque sea simplificadamente el sitio de la cabeza. 

Seguramente no todas obedecen exactamente a la misma intención, comenta Fabián y añade que «algo es posible que las una a todas: que quien se entierra en ellas pretende distinguirse de esa forma. Una de las interpretaciones más aceptadas para la mayoría de los casos es la de I. Martín Viso, que postula es que estén mostrando una forma de propiedad en un tiempo y sus circunstancias (desde el siglo VI al XI, eso implica el tiempo visigodo y el de la dominación musulmana hasta el fin de la Reconquista) en el que no había en el medio rural una forma organizada de registro de las propiedades ni un poder central organizado (sobre todo desde el siglo VIII) que garantizara una organización legal de las propiedades. La tumba sería de alguna forma la escritura de propiedad. Para las tumbas organizadas en entornos de culto la interpretación tendría que ver primero con el deseo de significarse de quien se hace tallar la tumba y luego con el deseo de estar cerca de la divinidad. La falta de un poder efectivo y organizado después de la descomposición del imperio romano, acrecentado con la invasión árabe, propició este fenómeno». 

Este tipo de tumbas dejan de tallarse en el momento en que el cristianismo recupera territorios y hay una verdadera organización en el que el sistema de parroquias va a ser una forma de organización muy efectiva. 

En cuanto a las necrópolis, es decir donde el número de tumbas es mayor, la interpretación puede es un poco más compleja de averiguar, sostiene el arqueólogo territorial, quien añade que aparecen en muchos casos repartidas en focos dentro de una misma zona, como en el yacimiento de La Coba con cuatro concentraciones distintas y separadas entre sí. «Podría tratarse de agrupaciones con un fundamento familiar, que en algunos de los casos pudo tener que ver con un templo asociado del que hay que averiguar su existencia».